¡A ver qué pasa!
Me imagino un día, no demasiado lejano, en el que sólo podremos conducir el coche dos días a la semana y en una franja horaria, si es que podemos conducirlo; en el que no saldrá agua por el grifo constantemente como ahora; en el que la mascarilla no sólo nos protegerá de virus sino también de partículas en suspensión; en el que coger un avión pasará a ser un lujo mal visto y viajar se convertirá en un acto pedante y derrochador... Un día en el que pensaremos en el pasado, un pasado reciente, y añoraremos ese dispendio de energía, luz, alimentos, ropa... ¡dispendio de todo! Pero, sin embargo, seguiremos adelante sumando 'peros' a nuestra vida antes cómoda e ilimitada. Y dentro de esta nueva burbuja de limitaciones seguiremos viviendo felices, en una distopía que podríamos haber evitado.