‘La desmaterialización nos hará más libres, menos contaminantes, más felices’
Juli Capella me recibió con los brazos abiertos y con muchas ganas de compartir reflexiones y propuestas. La entrevista era para Sostenible.cat y el tema era: ‘La desmaterialización’, dado que esta semana se celebra la Semana Europea de Prevención de Residuos 2015 y la 13a Jornada de Prevención de Residuos, este año dedicada a este tema: Hacer más con menos. Juli Capella era un buen candidato para hacer una entrevista interesante, propositiva y muy estimulante sobre el fenómeno de la desmaterialización de la economía y sus implicaciones ambientales. Y así fue. A continuación podéis leer la entrevista, que también encontraréis en Sostenible.cat.
¡Gracias Juli! ¡Un placer!
¿Qué es para usted el diseño?
Desde mi perspectiva como diseñador creo que todo aquello que nos rodea está diseñado. Si pidiéramos a cualquier lector que mirara a su alrededor me jugaría una mariscada que todo lo que le rodea está diseñado. De hecho, en esta habitación (ubicada en mi despacho profesional) la planta sería el único objeto no diseñado; si es que no ha sido manipulada genéticamente, está claro.
Resulta del todo agobiante, persistente, invasivo, constante… la presencia de materia transformada a nuestro alrededor. Todo lo que nos rodea ha sido diseñado y esto le da una importancia capital en temas de sostenibilidad. El diseño que nos ha dado toda una serie de servicios ha sido la causa del actual desequilibrio ambiental. Los coches son un ejemplo claro, pero también la industria agroalimentaria. La buena noticia es que el diseño que es la disciplina que ha generado todos estos productos con impactos ambientales asociados, también es la que tiene la posibilidad de resolverlo. El coche eléctrico, las cubiertas verdes, etc. son ejemplos de diseños mejores con criterios ambientales. El ser humano, pues, tiene la opción de reparar todo aquello que ha malogrado en el planeta; asegurando así su propia supervivencia.
‘Así nacen las cosas’, uno de sus libros más conocidos explica cuándo, quién y dónde se diseñaron por primera vez objetos tan cotidianos como un clip, una cremallera o una cafetera. Y hoy estamos aquí para hablar de desmaterialización, estrategia que usted siempre ha defendido. Pero, como diseñador, esto resulta una paradoja, ¿no cree? Cuál será su siguiente libro: ‘Así mueren las cosas’?
La desmaterialización es uno de los caminos más interesantes en la búsqueda de un mundo mejor a partir del diseño. No es ni mucho menos el único, pero como diseñador realmente sí que resulta una gran paradoja afirmar que finalmente lo que se tiene que hacer es… ¡nada! Este es el extremo de la desmaterialización. Evidentemente, esto acontece una utopía a la cual tender, pero difícilmente alcanzable al 100%. De hecho, sin materia no hay vida. El propio cuerpo humano es un trozo de materia que, de manera temporal y transitoria, se menea por este mundo. Sin materia, de hecho, no podríamos pensar. ¡Pensemos!
De acuerdo, centrémonos en la desmaterialización desde el diseño. Qué le sugiere la cita, famosa y muy mercantilitzada: ‘Less is more’.
A mí me sorprendieron mucho las reflexiones y estrategias del diseñador Mies Van der Rohe, padre del funcionalismo. Uno de los primeros diseñadores que hizo sillas de hierro doblado, generando muebles más ligeros, sencillos… menos materiales. En los últimos años de su vida decidió que dejaba de hacer sillas. ¿Por qué? Pues porque consideraba que ya no tenía sentido hacer más, ya había bastantes sillas en el mercado; y hasta que no saliera al mercado un nuevo material o tecnología que permitiera desmaterializar todavía más sus últimas sillas no haría ninguna otra. Es interesante como reflexión de cómo sólo con una nueva tecnología es posible reducir las cosas, dando el mismo servicio o más. Esta es la clave. Hacer menos con más era su objetivo: conseguir el servicio final minimizando el uso de materiales. Él inaugura con lo Less is more una línea a la que se han añadido nuevos eslóganes como ‘Más con menos’. Es el complemento.
Sí, es verdad. Philippe Starck diseñaba objetos en los años 80 muy elegantes y llamativos. Muchos de ellos os sonarán. Pero llegó un día en el que decidió que ya no volvería a hacer ningún otro objeto. Decidió que se pasaría a la política porque desde allí opinaba que podría cambiar el mundo, puesto que como diseñador parecía imposible. Según él, la política, la regulación, las normas y leyes, ayudan a establecer estándares obligatorios que realmente sienten las bases que pueden obligar a diseñar y producir mejor.
Esta visión de ir eliminando intermediarios también implica abrir la mente. Una cosa que retrasa la evolución es presuponer que las cosas siempre serán iguales. En el futuro quizás las casas funcionen sin agua o sin una red eléctrica. ¿Imposible? ¿Por qué? Todo es posible y todo está por hacer. Quizás llega un día que la luz que llegue a cada habitación permita obtener luz por la noche sin necesidad de lámparas y red. Los adelantos tecnológicos nos permitirán muchas de estas cosas muy pronto.
Exacto. Se trata de incorporar criterios ambientales en el diseño. Gruesos mínimos, materiales eficientes, sistemas de producción más limpios, multifuncionalidad y miniaturización. Por ejemplo, el iphone se convierte en la navaja suiza del mundo actual, una muestra de cómo se puede desmaterializar desde el diseño, con un alto componente tecnológico. Si dibujáramos todo lo que incorpora tendríamos que incluir: una radio, un teléfono, una televisión, una máquina de escribir, una cámara de fotos, de vídeo, un ordenador, un reproductor de música, una grabadora, una agenda, etc. No se trata de un objeto neutro a nivel ambiental y social pero comparado con las cosas que sustituye del mercado, compensa. Cuando hay un nuevo material y tecnología, es cuando los diseñadores pueden hacer un salto en la desmaterialización. Eso sí, cuando reduces cosas surgen otras cosas: las baterías, las fundas, los cargadores, etc. Pero la mochila ecológica final sigue siendo mucho mejor.
Otra manera de desmaterializar es huir del engaño de la economía del consumo. Y hacer entender que menos consumo, es mejor. Que menos gadgets, es mejor. Sin darnos cuenta, vamos acumulando una cantidad de quincalla que no sirve para nada y que nos genera, finalmente, más problemas que soluciones. Pero la economía actual induce a comprar, a encontrar en el consumo la felicidad y el bienestar. Pero, el consumidor, se puede negar a comprar
Yo reconozco que he sido esclavo de los objetos, pero a partir de un momento de la vida empiezas a desprenderte de cosas que realmente no te hacen ningún servicio y que te acaban dando muchos dolores de cabeza. Y de hecho, finalmente, te sientes más libre, más tranquilo. Los orientales lo tienen muy estudiado, pero nosotros todavía dependemos mucho de tener cosas para sentirnos felices… a pesar de que finalmente no sea así. Por otro lado, yo también reconozco que el ser humano establece una relación sentimental con los objetos, que finalmente no siempre tienen que servir para cumplir una función. También hay de simbólicos, artísticos… con los que establecemos un vínculo emocional, y no únicamente funcional. Pero esto también se convierte en una estrategia de desmaterialización puesto que cuando más valoramos un objeto más lo cuidamos, menos lo sustituimos, más tarda al convertirse en un residuo. ¡Dura más!
De hecho, no hay ningún objeto ecológico del todo. Siempre que hacemos un objeto generamos algún tipo de impacto. No hay objeto bueno, todos son malos. El más inocente te la está jugando. Una bicicleta es muy sostenible pero el cromado de las varillas es muy contaminante, el caucho de las ruedas…
El extremo monacal sería una persona que prácticamente no haría uso de ningún objeto y que sus necesidades de servicios son las mínimas. Si quieres un buen servicio contaminas mucho más. Si vas andando lo único que gastas es la suela de los zapatos. Reducir servicios es otra vía de desmaterialización. Si optas para no tener agua caliente en casa no tienes que tener cañerías, calentador, etc. Pero pierdes confort.
Está claro. Es una opción de vida. Otra opción de vida es colaborar. Ahora mismo, y desde hace unos años, se está dibujando una nueva manera de consumir: la economía colaborativa.
Diseñar una buena red colaborativa también es diseño. También hay diseño de servicios. De hecho, hace unos años, con un grupo de diseñadores creamos Motivados, y uno de nuestros proyectos fue hacer uno de los primeros mercados de intercambio, tan habituales ahora mismo. Se trataba de intercambiar cosas y servicios. Fuimos de los primeros. Alguien te hacía un masaje y tú le regalabas un libro. Es evidente que todo esto es muy sano y también ayuda a desmaterializar. De nuevo, cuando hablamos de desmaterialización volvemos a hablar de sacar intermediarios. De hecho, la colaboración es el origen del progreso. Las primeras comunidades eran a la fuerza colaborativas. La propia familia lo es.
Ya para terminar, a pesar de que el tema da para hacer muchas más preguntas, ¿qué opina de estos nuevos diseñadores que invitan al consumidor a pasar de una posición pasiva y reactiva, a una activa y proactiva? Me refiero a Curro Claret, Martín de Azúa, Emiliana…
Opino que su papel es crucial e innovador. Si tú, como diseñador, consideras que la persona que compra tu producto es un consumidor, te estás equivocando. Se trata de una visión finalista. En cambio, hay algunos diseñadores como los que has comentado que lo que buscan es la interacción. Buscan el usuario, no el consumidor. Y además, no se trata ún camente de convertir el consumidor en usuario, sino hacerlo aprovechando todo aquello que ya tenemos. Curro te hace un envase donde poner los cacahuetes y las cáscaras con una hoja cualquiera. Él te da su idea y tú la haces con los medios que tienes. Él como diseñador no te vende nada, sino que te hace a ti usuario-diseñador. ¡Es brillante! Y como este otros muchos ejemplos. Se trata de implicar al consumidor en el producto final. Esto lo hará único, valioso, más duradero.
No. Yo creo que no. Ahora mismo la gente lo ve como ‘una cosa de marcianos’. Por eso, nos interesa todavía más reivindicar esta gente. Son diseñadores que modifican tu conciencia como ciudadano, como consumidor; y te invitan a ser más, a ser un agente activo, consciente y crítico. Mira, antes no se hablaba de sostenibilidad, era cosa de muy pocos. Y ahora, en cambio, mucha gente está concienciada, y muchas empresas y la administración, está claro. Hay que difundir una epidemia de conciencia social y ambiental entre los consumidores. Esto es más importante que diseñar productos. ¡Diseñar personas!
Todo acaba conectándose… ritmos de vida más slow también implican desmaterialización. Acabemos cómo hemos empezado la entrevista. Todo trata de un tema de conciencia como ser humano. Cómo gestiono mi tiempo, mis energías… ahora está muy impuesto, pero puede y está cambiando. La desmaterialización es posible y necesaria. Nos hará más libres, menos contaminantes. Más felices.
¿Quién es Juli Capella?
Juli Capella es uno de los fundadores de Capella García Arquitectura. Fue presidente del FAD y promotor del Año del Diseño en 2003. También ha sido miembro plenario del CoNCA (Consell Nacional de la Cultura i les Arts, de la Generalitat de Catalunya). Entre sus obras arquitectónicas destacan los centros de ocio Zig Zag en Murcia, Heron City en Barcelona y los hoteles Omm y Diagonal Barcelona, ambos en la ciudad condal. Fue director fundador de las revistas ‘De Diseño’ y ‘Ardi’, así como responsable de la sección de diseño de la revista ‘Domus’. Además de sus tareas docentes en universidades y escuelas de diseño, y de escribir habitualmente artículos sobre diseño en periódicos como ‘El País’ o ‘El Periódico’, también ha comisariado exposiciones cómo es el caso de ‘Cocos’, donde rastrea las copias y coincidencias de los objetos de diseño, o ‘Tapas’, sobre el diseño para la gastronomía. Finalmente, también ha escrito algunos libros, como ‘Made in Spain: 101 iconos del diseño español’ o ‘Así nacen las cosas’.
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