La química del consumo
Ya en la cola para pagar y marcharse. Llevamos una hora dando vueltas, valorando pros y contras, rebajando las expectativas, renegociando términos y condiciones, etc. Y allí, en la cola que todo lo acaba y que nos debería acercar a la paz interior y la tranquilidad después de la incertidumbre de la compra, sigue el debate y la negociación, y la desazón se vuelve en duda y estrés. Porque allí todavía hay más cosas, pequeñas y de bajo coste pero nunca has necesitado (y en la mayoría de casos no sabías ni que existían). Allí, en ese tramo de productos más baratos, pequeños y lindos, la seguridad de la elección final se empieza a desmontar.
De manera que, por extraño que pueda parecer, el momento más feliz de la compra no es aquel en el que pagas y pasas a poseer, sino el instante previo a decidir que sí, que te lo quedarás y será tuyo.