‘Querríamos poder contar con ciertos fundamentos sobre comunicación y participación ambiental aplicado a la biodiversidad urbana con un taller de una mañana entera, participativo y estimulante, dirigido a técnicos de educación, participación y comunicación ambiental de los ayuntamientos’. Este fue el encargo que me hizo la Diputació de Barcelona. Nada fácil, de entrada. Un reto que quise compartir desde un buen principio con los colegas de Espai Tres, concretamente con Xavier Sabaté, experto en procesos de participación, ahora de coproducción. Me gusta compartir proyectos con otros profesionales, para aprender trabajando con ellos. Cada proyecto es una oportunidad para aprender.
En este post no explicaré lo que presentamos en el taller. Tampoco relataré qué pasó y cuáles fueron los principales resultados. Esto forma parte del taller, de sus organizadores y de los asistentes. Lo que querría transmitir, pues, son algunas reflexiones que me quedo para mí y que comparto a continuación.
Un taller femenino, por sorpresa. No estaba previsto. No nos habíamos fijado. Pero finalmente al taller que habíamos organizado sobre comunicación y participación ambiental asistieron sólo mujeres. Qué descanso poder referirme a este público siempre en femenino, sin tener que buscar las mil y una fórmulas para incluir a todo el mundo (y no sólo a todos). En este sentido, mi intervención fue más relajada y también más ‘íntima’. Me encontré acogida, comprendida, escuchada desde la empatía. Sí, conocía a algunas de las asistentes, pero a otras no. Este no era el tema. La cuestión es que como punto de partida en un taller como este, el hecho que todas fueran técnicas permitió hacer una reflexión sobre quien está trabajando ahora mismo para llegar a la ciudadanía con mensajes ambientales. De hecho, en la mayor parte de los proyectos que estoy trabajando con varias administraciones mis interlocutoras son las mujeres. Será que la economía de los cuidados, ahora reivindicada, llega también al cuidado del medio ambiente. Da que pensar, al menos.
Del qué al por qué.
Soy fan de Simon Sinek y sus conferencias y entrevistas. Especialmente me gusta mucho uno de sus TEDs (Ideas Worth Spreading) dedicado a ‘Como los grandes líderes inspiran la acción’ (con más de 35 millones de visualizaciones). Y como fan que soy, no pude dejar de explicar su teoría, simple y compleja a la vez, a las asistentes al taller. También lo he hecho con los alumnos de diseño de la universidad. Siempre sorprende. Más allá de la magia con la que Sinek comunica aquello que le apasiona, su mensaje es clave para cambiar la manera en la que comunicamos. También en clave ambiental. En resumen, a pesar de que os invito a ver el vídeo, la idea es la siguiente: normalmente, todos comunicamos desde el ‘What’ al ‘Why’. Todas nosotras, empresas, administraciones, etc. tenemos claro aquello que hacemos; pero cuántas sabemos por qué lo hacemos. Se trata de pasar de lo más sencillo (el qué) al más difícil (el por qué). Pero cuando me refiero al por qué, va más allá de una finalidad evidente, estamos hablando de cuál es nuestro propósito: ¿por qué nos levantamos cada mañana? Él usa un ejemplo de una empresa concreta llegando a la conclusión que ‘la gente no compra lo que haces sino por qué lo haces’. Para mí esta ‘fórmula’ es aplicable a comunicar cualquier cosa: desde un producto hasta un mensaje ambiental. Se trata de un cambio en la orden, un cambio que sí que altera el producto. No es fácil pero es un ejercicio que hay que hacer si lo que queremos comunicar queremos que tenga un efecto en quien nos escucha, en quien nos sigue.
Herramientas de comunicación, más allá de las redes sociales Algunas de las asistentes pusieron sobre la mesa algunos de sus inquietudes cuando tienen que trabajar en la comunicación de aspectos ambientales. En cuanto a herramientas como las redes sociales, su uso no es sencillo en el caso de un ayuntamiento. En este caso suele presentarse como una herramienta meramente comunicativa, bastante unidireccional, que permite informar sobre novedades del municipio. Sólo en el caso de concursos fotográficos, por ejemplo, se llama a una participación más grande en estos entornos sociales. Es preciso tener presente que en el momento que se inicia un debate en las redes sociales se tiene que estar dispuesto a responder posibles comentarios, con el posicionamiento de la administración que se representa. Y esto no siempre es posible. Por lo tanto, cada objetivo comunicativo tiene que encontrar las herramientas que más interesantes le resulten y que en todos los casos no serán las mismas. En el taller que realicé para la Diputació planteé las claves de las principales redes sociales actuales así como otros canales no digitales (para todos aquellos y aquellas que no hagan tanto de uso).
No podía dejar de hacer varias reflexiones sobre el momento que vivimos ahora:
- El activismo digital está dejando de lado el activismo presencial.
- Todos queremos cambios pero poca gente está dispuesta a cambiar.
- La necesidad de compartir todo aquello que hacemos con el resto de la gente nos está trayendo a situaciones tan ridículas como las siguientes. No podemos dejar que la tecnología nos controle, la tenemos que utilizar como nos convenga, sin una dependencia enfermiza que nos aleja de lo que somos y de los que tenemos al lado.
La coproducción, el camino hacia una participación ciudadana menos institucionalizada En cuanto a la participación ambiental nos encontramos en un momento de cambio de paradigma. La incorporación de la ciudadanía en la toma de decisiones en la gestión municipal está sobre la mesa desde hace tiempo, pero no se acaba de encontrar la fórmula. La asistencia a encuentros de participación es baja y siempre asisten los mismos, no siempre los más expertos en el tema a debate. Además, no se está impactando sobre los hábitos de la ciudadanía. Algo no funciona. ¿La educación ambiental? ¿La comunicación? ¿Los mensajes? ¿Los procesos participativos? De manera transversal se está intentando trabajar en nuevas maneras de llegar a los usuarios finales. Desde el ámbito de la comunicación se quiere pasar del adoctrinamiento, instalado hasta ahora, en un tono más esperanzador, estimulante, que llame a la acción desde la corresponsabilización pero sin juicios. Las personas están cansadas del dedo acusador y, en cualquier caso, necesitan y piden herramientas para actuar, para organizarse, para reclamar aquello que quieren. Por lo tanto, desde el mundo de la comunicación y de la participación hay que buscar canales y espacios donde la acción ciudadana no únicamente encuentre su espacio para crecer y madurar, sino también para legitimarse y permitir, por fin, el empoderamiento de cada uno de nosotros.
Design Thinking Y ya para acabar, ¿cómo queremos incorporar a la ciudadanía en la toma de decisiones si no los incorporamos en la fase de diseño? ¿Qué queremos, que nos den el ‘Ok’ a aquello que ya está decidido? ¿Y entonces queremos que se impliquen? Por lo tanto, primero pregunta a la gente, después diseña estrategias y quizás tu propuesta encajará con las necesidades existentes, tendrá éxito, se compartirá y traerá a la práctica y acabará convirtiéndose en un hábito consensuado y asumido desde el sentido de pertenencia y no el de obediencia.
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