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Menstruación limpia y libre. Opciones sostenibles y saludables para la higiene menstrual

Cada 28 días, si eres regular, llega aquella estimada rutina fisiológica que consiste en la expulsión del tejido endometrial, un óvulo no fertilizado y la pequeña cantidad de sangre que lo acompaña. Se trata de unos días en los que no nos sentimos siempre bien, más sensibles de lo habitual, con molestias y con la preocupación añadida de estar pendientes de no manchar la ropa o el asiento. Se trata de la regla o menstruación. Las mujeres las sufrimos o disfrutamos, depende, una vez al mes, durante varios días, y tenemos que encontrar la manera de no tener pérdidas que muestren lo que en realidad es tan evidente y natural. Pero al fin y al cabo se trata de sangre que sale de la vagina, que huele, que mancha, ¡que es roja!

Y resulta que no sólo podemos ensuciar sino que la menstruación también ‘ensucia’ a nivel ambiental. ¿Por qué? Pues porque las opciones para mantener la sangre contenida y no visible son, en su mayor parte, poco sostenibles. Y en muchos casos, poco saludables también para nosotras.

A lo largo de la vida de una mujer, ésta puede llegar a utilizar unos 12.000 tampones o compresas. Para hacer este cálculo se ha considerado que se utilizan 6 compresas/tampones al día (depende del flujo de cada una), 5 días cada 28 días, 13 veces al año, y de los 14 a los 45 años (totalmente aproximado, también ). Hay que tener presente que durante el embarazo (1 ó 2 como media) la menstruación se detiene (9 meses x 2) y que en el caso de mujeres que dan el pecho, la regla puede llegar a desaparecer muchos más meses (hasta un año adicional a los nueve meses de embarazo). Por tanto, se trata de un cálculo aproximado. En todo caso, cada mujer puede llegar a utilizar más de 10.000 tampones y compresas en toda su vida fértil, que equivale a 6 kilogramos de residuos al año por cada usuaria.

Si se analiza la evolución de productos como las compresas o los tampones a lo largo de la historia, hay que tener presente que las mujeres de antes no eran como nosotras a nivel de preferencias y de otros aspectos como: menos esperanza de vida, más número de hijos por mujer, mayor periodo de lactancia, peor alimentación y salud en general, etc. Todo esto hacía que el periodo menstrual durara menos a lo largo de toda la vida con muchas interrupciones y alteraciones diversas. Por ello, en muchos casos, las soluciones consistían en compresas y tampones ‘handmade’, ropa interior oscura y también en el sangrado libre.

Ahora podemos elegir. Existe un amplio abanico de productos con el objetivo de contener y disimular la sangre durante la menstruación: de productos sintéticos, naturales, de usar y tirar, reutilizables, con alas, sin, con aplicador o sin, compatibles con las relaciones sexuales y no compatibles, etc. Tener opciones es bueno pero para elegir hay que contar con cierta información y si puede estar acompañada de reflexiones, ésta se hace aún más digerible. No existe la opción perfecta ni cero emisiones ni residuo cero ni totalmente inocua a nivel ambiental. Tampoco la más cómoda, saludable e invisible. Depende de cada una de nosotras y de lo que prioricemos. A continuación propongo un recorrido por métodos muy conocidos y por otros menos presentes pero no por ello inexistentes o impracticables. Desabróchate el pantalón, ponte cómoda y/o cómodo (este artículo también lo pueden leer los hombres, ¿alguno en la sala?) y prepárate para conocer mejor la manera en que las mujeres hemos vivido y vivimos un aspecto tan clave y vital como es la menstruación.

Artículo co-redactado con Opcions.org: Menstruación, ¿condena o regalo?

 

PICA, RASCA, HUELE, CONTAMINA
Comprendamos las compresas de un solo uso

La higiene femenina y, concretamente, los productos dirigidos a ocultar y contener la sangre de la regla (más científicamente llamada, flujo menstrual) son múltiples y diversos. No existe el producto perfecto para lo que cada mujer necesita, prioriza y busca. Los criterios para seleccionar uno u otro método suelen ser la comodidad, el precio, la accesibilidad, el impacto sobre la salud y el impacto ambiental. De hecho, las compresas se asimilan bastante a los pañales para bebés. Con objetivos diferentes pero estructura y materiales similares.

Las compresas convencionales cuentan con un 90% de plástico en su composición. Las más vendidas tienen un núcleo de celulosa mezclada con SAP (polímero superabsorbente) que al mojarse adopta la forma de hielo y no deja pasar el líquido (no pasa nada por decirle por su nombre: ¡la sangre!) aunque se presione la compresa. La capa en contacto con la piel se trata de un tejido sintético que hace que el líquido vaya al núcleo. De esta manera la sangre no penetra en las fibras sintéticas, manteniendo la piel de la usuaria seca.

Hasta aquí la explicación científica y ‘marketiniana’ del funcionamiento de una compresa convencional. Si lo piensas, el objetivo no es malo: almacenar la sangre manteniéndola separada de la piel para que no haya infecciones ni problemas dermatológicos. Pero, la realidad no deja de ser que durante 65 días al año (un 18% del año) las mujeres mantenemos nuestras partes más íntimas en contacto constante con un producto de plástico, no natural. Que dificulta la transpiración y que genera un microclima de calor y humedad que puede hacer crecer bacterias, hongos, alergias e irritaciones. Dicho así suena fatal y parece poco saludable y confortable. Sentir cómo se pliega el plástico cada vez que te mueves, la pegatina de las alas que tira de algún pelo (¡sí, además de tirar sangre una vez al mes tenemos pelos!), su tacto poco agradable, las alas que rozan las ingles, el hedor que no logra ser contenida a pesar de los múltiples químicos incorporados con este objetivo, etc. Todo en conjunto deja mucho que desear, pero aún así sigue siendo la opción más utilizada en estos momentos, a pesar de estar dejando cada vez más espacio a opciones más naturales. Ya llegaremos.

Si a todo esto sumamos el impacto ambiental asociado a un producto de usar y tirar que además tarda hasta 100 años en biodegradarse, parece que la compresa no acaba de ser el producto ideal. Además, cada compresa está rodeada por un envase secundario que la hace más fácilmente transportable, manteniendo la higiene, pero que se convierte también en un residuo. Y estos envoltorios individuales, a su vez, están contenidos en un envase primario (la caja o paquete de compresas), también un futuro residuo. Plástico dentro de plástico dentro de plástico. Muy higiénico y protegido pero un desastre ambiental.

Tampones de absorción normal Precio por unidad (intervalo) Valoración global según usuarias
Marca y modelo
O.B. Pro Comfort 0,13-0,22 80
Carrefour Compact 0,07-0,09 76
Tampax Pearl 0,14-0,23 75
Veckia Compacto (El Corte Inglés) 0,08 73
Siempre Compact (Lidl) 0,08 72
Auchan Compacto (Alcampo) 0,09 72
Biuty Discreet Compacto (Mercadona) 0,08 71
Tampax Compak 0,13-0,22 70
Bonté Compact Treasure (Dia) 0,07-0,09 69
Tampax Clásico 0,11-0,21 62
Silvercare* 0,184
Fuente: OCU (diciembre, 2016).
* Revista Consumer. No se cuenta con la valoración de las usuarias.

A pesar de estos problemas ambientales, las compresas convencionales seguramente resultan el producto más idóneo para muchas mujeres. Quizás porque es el más práctico (usar y tirar no deja de ser lo más ‘cómodo’ y rápido). Quizás porque se puede encontrar en cualquier sitio: desde una farmacia, hasta un supermercado o en una droguería. Quizás porque es asequible. Pero no porque sea lo más confortable ni lo más sostenible.

Por otro lado, las compresas no han sido siempre como las conocemos ahora. De hecho, hasta los años 60 no tenían alas. Ahora también es una opción pero se asocia más a los días de poca menstruación o a un uso más similar al de un salvaslip (tema que requeriría otro ‘a fondo’). Hasta entonces, había mujeres que se ponían agujas para mantener la compresa inmóvil (y también a la mujer, porque según qué movimiento hiciera podía terminar como un faquir) o incluso se habían comercializado como unas ligas para sujetar las compresas. La verdad es que la opción de las alas, aunque no siempre cómoda, sí que parece la más idónea, en comparación a otros métodos que se han ido descartando.

 

MÁS PEQUEÑO, SE QUEDA DENTRO, NO SE MUEVE
Tampones de todas las medidas, de usar y tirar

Según diversos estudios se cree que las egipcias usaban papiro y hierbas para elaborar los primeros tampones. Las romanas utilizaban algodón y lana e incluso, a lo largo de la historia, se utilizaron todo tipo de pieles animales. Su evolución nos ha llevado a renunciar a materias primas naturales, buscando la máxima absorción y invisibilidad. El SAP, ya citado previamente en el caso de las compresas, es uno de los materiales más absorbentes que se conoce. Retiene 800 veces su peso en líquido. En el caso de los tampones no se utiliza porque se han relacionado niveles de absorción tan elevados con el Síndrome de Shock Tóxico, enfermedad muy infrecuente que puede ser mortal. Por ello, varias marcas apostaron por otros materiales como la viscosa y el algodón.

Desde el momento que un producto debe ser introducido en nuestra vagina, pasa a formar parte de una clasificación extremadamente sensible y a ser analizado con lupa. Los tampones han sido motivo de muchas advertencias que han puesto en duda su uso, algunas muy graves. Como el hecho de que podían contener dioxinas (entre otros efectos, cancerígenas y esterilizantes) o que incluso los fabricantes podrían estar añadiendo asbestos para promover el sangrado menstrual y aumentar así el uso de su producto. Son algunos de los rumores que han adquirido cierta relevancia en los medios de comunicación estadounidenses. De hecho, la Food and Drug Administration (FDA) aseguró que ambas cosas no eran ciertas. Según un estudio de Consumer Eroski se considera que la concentración de dioxinas en cuatro marcas de tampones analizadas es insignificante (que no inexistente).

Comparativa de tampones convencionales existentes en el mercado, destacando su precio por unidad y la calificación según las usuarias consultadas. Fuente: OCU (diciembre, 2016). * Revista Consumer. No se cuenta con la valoración de las usuarias.

En todo caso, he oído amás de una y de dos mostrar ciertas reticencias a introducir un trozo de producto absorbente, sea el que sea, en su vagina, aunque esta característica permita realizar cualquier actividad de manera cómoda. Los tampones más empleados son los que tienen aplicador, que normalmente suelen ser de plástico o cartón. Cuando menos incremente su tamaño el tampón una vez en la vagina e impregnado de sangre, mejor se valora, ya que su extracción resulta más sencilla y menos molesta. Además, existe el peligro de ruptura del cordón, en caso de que el tampón pese mucho y se haya convertido en demasiado grande, haciendo desagradable y difícil la extracción del tampón sin el hilo. Este aspecto ha sido cada vez más optimizado para las marcas de tampones, incrementando la resistencia de los cordones más allá de lo necesario.

En el caso de los tampones, el residuo final es menor, ya que son más pequeños. Además, en algunos casos, no necesitan de un envase secundario para ser transportados, almacenados y mostrados en una farmacia o tienda. Su producción en masa comenzó en los años 30 y en la década de los años 50 y 60 las chicas adolescentes eran el target al que se dirigía la publicidad de las grandes marcas. Todavía recuerdo aquel anuncio de televisión de los años 90 en el que una chica no se atrevía a pasear con su perro por delante de un grupo de chicos porque llevaba pantalones muy cortos y le daba vergüenza que se le notara que tenía la regla (o bien porque se notaba que llevaba algún tipo de protector o porque tenía una mancha). Pero al ponerse un tampón podía pasear muy tranquila asegurando que todos los chicos le podrían mirar el culo sin encontrar nada que los estorbase. Ya en su día me pareció fatal. Si este es el objetivo del tampón, empezamos mal. Se trata de un producto machista que nos obliga, como siempre, a estar perfectas, aunque tengas la menstruación, la tripa hinchada y ¡ganas de matar a alguien!

La publicidad siempre ha querido buscar la libertad, el poder seguir siendo una misma a pesar de tener la regla (poder montar a caballo, hacer escalada o puenting; vaya, lo que hacemos a diario). Pero cuando tenemos la regla somos nosotras mismos más que nunca, es nuestra parte animal, la señal de que somos fértiles, fuente de vida. Estaría bien una publicidad centrada en hacernos sentir más mujeres que nunca utilizando productos como las compresas o los tampones, en lugar de reforzar la necesidad de ser perfectas, impolutas y eternamente felices.

 

¿TAMPONES SIN CUERDECITA Y REUTILIZABLES?
Una opción más, con historia y bastante desconocida

¿Has usado alguna vez un tampón sin aplicador? ¿Y una esponja marina como tampón? Sinceramente, yo no. Y la verdad es que desconocía esta posibilidad. Resulta que el tampón sin ‘hilos’ se comercializa destacando que con ellos se pueden mantener relaciones sexuales (sin necesidad de retirarlo, para que quede claro). Se habla de que es una buena opción para la mujer que quiere moverse libremente durante su menstruación. De entrada, no lo acabo de ver, pero seguimos investigando.

El tampón sin aplicador y sin cordel consiste en una especie de esponja que incluye un gel deslizante aséptico y una apertura para facilitar su extracción. Tiene una capacidad de absorción de 8 horas y es de usar y tirar. Cada caja contiene 3 unidades y el precio total es de unos 6 euros. ¡Dos euros cada uno! No acabo de entender muy bien el objetivo de este producto: ¿poder tener relaciones sexuales mientras se tiene la regla? Yo creo que esto se puede hacer igualmente, ¿no? Quizás no resulta tan ‘limpio y pulido’ pero es que la sangre no es sucia, es sangre, ¡nuestra sangre! Y a quien no le guste, pues que no mire. Sólo faltaba que tuviéramos que estar ‘accesibles’ y perfectas las 24 horas del día, los 365 días del año, y además, sin manchar.

Otro aspecto curioso que he podido descubrir haciendo esta pequeña investigación es que el método del tampón sin aplicador se inspira en un sistema empleado hace muchos años consistente en el uso de una esponja natural, además, reutilizable. Y resulta que todavía hay mujeres que lo utilizan. Se pueden limpiar con un jabón neutro y no contiene dioxinas o fibras sintéticas. Antes de usarlas hay que mojarlas con agua tibia, exprimir el agua y colocarlas. La esponja se expande adaptándose a la vagina. Una vez ‘llena’ se extrae y se limpia para ser utilizada de nuevo, sólo con agua. Una vez finaliza el período se pone la esponja en un vaso con agua tibia con dos gotitas de aceite esencial de árbol del té durante toda la noche y al día siguiente se enjuaga. Se deja secar y se guarda hasta el siguiente uso. Se pueden llegar a utilizar durante un año, aunque al ser de origen animal no es un producto que puedan utilizar las veganas, por ejemplo.

No he encontrado información más detallada sobre cómo se introduce o cómo se extrae o cuántas se necesitan durante un período. Tampoco lo he experimentado y por tanto no puedo opinar al respecto. En los años 40 ya se comercializaban y mucho antes, cuando era un método usado por prostitutas que de este modo podían seguir manteniendo relaciones a pesar de tener la menstruación. Igualmente, no lo iba a probar, pero no está de más saber que esta es otra opción.

Más información en Opcions.org: Las esponjas marinas menstruales.

 

NATURAL, MEJOR, PERO DE UN SOLO USO
Compresas y tampones de un solo uso, de materials naturales y biodegradables

Si cogemos un producto de usar y tirar y cambiamos la materia prima de sintética a 100% natural y 100% biodegradable, el resultado es evidente que se convierte en un producto menos impactante y más natural. Este es el caso de las compresas y tampones ecológicos. Se trata de marcas que cuidan mucho su imagen, mucho más suave, limpia, delicada. Quieren transmitir que respetan a la mujer y la quieren acompañar en el momento de la menstruación para hacerle sentir mejor. La imagen gráfica cambia, es menos agresiva, las mujeres que aparecen en el packaging son más reales (sin barriga, claro, pero con algo más de caderas) e incluso hay marcas que se atreven a poner rojo sobre blanco . ¿Por qué no?

Estos productos más respetuosos a nivel ambiental y también con la mujer, suelen añadir otros valores ambientales como: envoltura y aplicador (en el caso de un tampón) biodegradables. Además, en general, se trata de marcas que no optan únicamente por compresas y tampones naturales, sino que ofrecen un gran abanico de opciones, desde la copa menstrual hasta aceites esenciales para mejorar el estado general de la mujer. Al tratarse de marcas relacionadas con el cuidado personal, más que con la belleza (como las más convencionales), también disponen de otros productos no directamente relacionados con la menstruación. Es el caso de la marca Nurorganic, que recomiendo mucho, ya que se trata de un proyecto dónde el bienestar de la mujer (no sólo a nivel de higiene menstrual sinó también ‘espiritual’) se cuida de manera holística.

Continúan siendo, sin embargo, compresas con alas, ultrafinas, ultras de noche, de día, etc. Pero no están blanqueadas (sin cloro ni dioxinas), no contienen perfumes ni materiales superaboserbents, ni residuos de pesticidas o herbicidas. Suelen ser de producción más local (no más allá de la UE) y la mayoría están certificadas. De todos modos, esta opción más sostenible sigue perteneciendo a la categoría de un solo uso, que por definición ya es insostenible. Además, las compresas siguen contando, en la mayoría de los casos, con un envoltorio secundario. ¡Higiene hasta la muerte!

 

¿COMPRESAS REUTILIZABLES Y BONITAS? SÍ, VAYA TELA
Compresas de tela reutilizables

Quizá alguna de vosotras ya se ha puesto las manos en la cabeza pensando: ¿compresas de tela? Esto me recuerda a lo que me contaba mi tía o mi abuela que tenían que usar antes; cuando además no tenían lavadora como ahora. Parece dar un paso atrás plantearnos usar un trozo de tela para contener la sangre durante la menstruación. Se trata de una sensación similar a la que se puede tener con los pañales de tela. ¿Ahora me tengo que poner a gestionar recortes de tela manchados de sangre durante mi día a día? Utilizar este método requiere llevar bolsas de plástico o algún otro tipo de envase para meter las compresas de tela sucias de sangre y no olvidar, al llegar a casa, ponerlas a remojo. La sangre, hay que remarcar, que no es fácil de quitar de las piezas de ropa y menos aún si entre la ropa y la sangre no ha habido ningún absorbente. Por lo tanto, cuanto más se tarde en limpiar la tela impregnada más costará hacerlo. Por otra parte, muchas mujeres se muestran reacias a lavar ropa con sangre con el resto de la ropa. Exactamente lo mismo que ocurre con los pañales, insisto.

Ahora mismo hay un gran abanico de compresas de tela. No añadiré un listado de marcas ni ninguna valoración. En este caso prefiero hacer una valoración más cualitativa y genérica. Aunque en el pasado estas compresas eran blancas o intentaban serlo, ahora cuentan con una gran diversidad de colores y estampados. No tienen ningún tipo de cola y funcionan con un sistema que permite transportarlas de manera higiénica y fijarlas una vez se quieran utilizar, sin necesidad de ningún envase secundario.

Según he podido valorar leyendo comentarios de usuarias, es una opción que requiere ser mínimamente disciplinada y organizada, con una gran preferencia por productos naturales y sostenibles. En cuanto a su usabilidad, muchas mujeres coinciden en que pueden resultar molestas ya que son gruesas y que no siempre evitan las pérdidas, aunque el contacto con el algodón y/o el bambú es mucho más agradable, además que parecen parte de la ropa interior, al tratarse también de ropa y estar, en muchos casos, estampadas.

En positivo cabe destacar el hecho de que limpiar tu propia sangre en lugar de tirarla y esconderla en la basura resulta un ejercicio interesante. Te hace entrar en contacto contigo, con quien eres, con cómo funciona tu cuerpo y por qué. Otra cosa es que no le queramos dedicar tiempo a esto pero de entrada creo que puede tener sentido, aunque sea, probarlo.

Además, es una opción también más sostenible económicamente. Una compresa de tela puede durar 5 años y con unas 10-15 compresas de tela ya es suficiente para cubrir las necesidades de un ciclo. Considerando que entre regla y regla contamos con 28 días, hay margen suficiente para preparar las compresas para un nuevo uso. Las preguntas son muchas ante este producto y para saber más os aconsejo esta web especializada en opciones menstruales, entre ellas, las compresas de tela.

Más información en este artículo de Opcions.org: Las compresas de tela.

 

BRAGAS Y COMPRESAS, 2 EN 1
Braguitas que retienen la sangre de la regla: ¿solas o acompañadas?

Seguimos con opciones cada vez más sostenibles y en este caso, multifunción. Se trata de las bragas absorbentes. Es decir, realizan la función de bragas pero cuentan con una zona mucho más absorbente, a modo de compresa de tela. Suelen ser de colores oscuros, para disimular posibles manchas. Recuerdan a bragas que ya se usaban antes cuando los tampones no eran tan absorbentes para evitar que se vieran posibles fugas. Ahora, según marcas como Thinx o Cocoro se trata de métodos que pueden funcionar de manera autónoma y no como complemento de otro método.

Como idea la encuentro interesante, ya que añade una función en un producto ya existente, además de hacerlo reutilizable y por tanto menos impactante. Pero a diferencia de la compresa de tela, estas bragas requieren que las cambies ‘x’ veces al día y que las vayas acumulando en la bolsa, con la incomodidad que supone tenerte que cambiar 4 o más veces de bragas los días que tienes la menstruación. Además, y esto lo añado como usuaria, no aplicable al resto de mujeres, en mi caso no resultó suficiente para los días con más flujo y sí para los días finales. Por lo tanto, yo recomiendo su uso los últimos días, donde se mancha poco pero siempre acaba habiendo restos aún pendientes de salir (por decirlo claro, cuando la sangre ya es marrón porque se ha oxidado) que resultan imprevisibles. Ambas marcas cuentan con opciones según necesidades de absorción y con modelos cómodos y bonitos. Y añado: no excesivamente cursis.

Más información en Opcions.org: Las compresas de tela.

 

COPA MENSTRUAL, HASTA 10 AÑOS DE VIDA
Historia y reflexiones de una nueva tendencia

La primera patente de la copa menstrual data del año 1937 y su diseño actual no dista mucho del diseño de entonces. Aunque se intentó que su uso llegara a muchas mujeres, con campañas publicitarias a medida; el producto no terminó de hacerse un lugar entre el resto de opciones y no fue hasta los años 90 que se volvió a oír hablar.

La copa menstrual resulta un salto enorme respecto a los métodos anteriores, ya que se trata de un producto reutilizable y único. Una copa menstrual puede llegar a durar 10 años y su coste se aproxima a los 15-30 euros en función de la marca. Su sostenibilidad es evidente ya que, a diferencia de otras opciones reutilizables, su limpieza es sencilla y efectiva 100%.

Se trata de un pequeño recipiente de silicona que se introduce en la vagina de manera que recoge la sangre de la menstruación. En el momento que está lleno hay que extraerlo, vaciarlo y volverlo a introducir en la vagina. Se puede dormir con él, es hipoalergénico, durable y evita las pérdidas y las manchas. En este caso la complicación es si siempre tenemos a mano un lugar donde limpiar la copa o si nos resulta cómodo hacerlo en un lavabo delante de otras personas. Como siempre, la visualización de la sangre es un tema tabú y muchas mujeres coinciden en este problema. Yo no lo veo como tal pero entiendo que se pueda percibir así. Además, algunas usuarias remarcan que el hecho de que introducir  los dedos para extraer la copa hace que te acabes manchando de sangre. Volvemos a la fobia que tenemos a ver nuestra propia sangre.

Actualmente hay unas 180 marcas diferentes de copa menstrual como respuesta a la gran demanda de los últimos años. El ahorro económico puede llegar a ser de 600 euros durante el periodo útil de la copa, además de todos los residuos que se evitan con su uso. Cabe destacar que se trata de un producto que no absorbe, sino que contiene, y éste es un elemento innovador respecto al resto de opciones. Antes y después de cada menstruación, sin embargo, hay que hervirla para esterilizarla y la clave de todo es saber colocarla adecuadamente.

Las opciones más sostenibles, compresas y tampones biodegradables, se pueden encontrar en farmacias (no en supermercados), incluso las copas menstruales también se pueden encontrar. Pero las compresas de tela suelen estar en venta en plataformas online en tiendas especializadas.

Más información en este artículo de Opcions.org: La copa menstrual.

 

¿Quieres pasar a ser una convencida más de la copa menstrual?

  1. ¡Quitar y poner es cuestión de práctica! Los tampones tampoco son siempre ‘pim pam’.
  2. Para limpiar fuera de casa se debe buscar un inodoro con lavabo, todo junto. 
  3. Otra opción es salir de casa con una botellita de agua para enjuagar directamente sobre el inodoro.
  4. Usarla sola, sin complementos. En todo caso, bragas negras por si acaso y adelante.
  5. ¡La musculatura se hace más fuerte! Es similar a usar las bolas chinas.
  6. Mucho más limpio, no haces nunca mala olor ya que la sangre no sale fuera.
  7. Sales de casa sin pensar si llevas los ‘pañales’ puestos.
  8. Dormir es un gusto, y bañarse y hacer todos los deportes.
  9. Ahorras mucho dinero.
  10. Nunca rasca y no molesta nada.
  11. Los cambios pueden ser más espaciados. Con tres al día puedes tener suficiente excepto en caso de reglas excepcionales.

SANGRADO LIBRE
Retener el flujo menstrual es posible: residuo cero

No se trata de ir sangrando libremente por la vida. Aunque de entrada pueda parecer muy natural y agradable, no me puedo imaginar toda pegajosa con la sangre seca en todas partes. Otra cosa es poder controlar el flujo menstrual para no tener que necesitar ningún método de los antes planteados. Esto se llama desmaterialización. El mejor residuo es aquel que no se genera, por tanto, el diseño más sostenible para contener la sangre de la regla es aquel que no es necesario. Seguramente, de entrada, lo encuentras imposible, inseguro, arriesgado. Pero, sigue leyendo porque ‘no tiene desperdicio’ (además, ¡literal!).

Según una mujer que practica este método y que, muy amablemente ha compartido su experiencia (personal totalmente), se trata de una opción cómoda que no sólo te permite no necesitar ni compresas, ni tampones, ni copas menstruales, etc. sino que, además, te permite ser mucho más consciente de tu ciclo menstrual. El hecho de contar con productos protectores hace que muchas veces, por no decir siempre, no tomemos atención a nuestro ciclo menstrual. En este artículo de Anna Sàlvia en NensSans se habla de qué es realmente la educación menstrual, una educación que no hemos recibido y que, como dice la autora, va más allá de utilizar ‘pañales menstruales’. En su blog, ‘Viaje al Ciclo Menstrual’, Anna Salvia cuenta su experiencia e invita a otras mujeres a probarlo.

Algunos de los condicionantes para ser usuaria de este método son: tener un lavabo cerca (lo que no siempre es posible). En todo caso, también lo necesitamos para quitarnos la compresa, aún más el tampón, o bien la copa menstrual (que además, se debe limpiar). Por lo tanto, tampoco es tan diferente al resto. La experiencia de la usuaria que hemos conocido es que, en ciertas ocasiones (cuando baila o nada), sí que utiliza algún método complementario como bragas absorbentes o copa menstrual.

Después de tener descendencia descubrimos muchas cosas, como por ejemplo, qué es el perineo y para qué sirve. Nunca lo habíamos ejercitado hasta entonces, pero después de un parto esta musculatura suele necesitar ejercicio para reforzarse de cara a futuros embarazos y también para evitar futuras pérdidas de orina. Aquí se da cierto paralelismo con la menstruación. La publicidad dirigida al uso de salvaslips especiales para pérdidas de orina sólo buscan que te sientas cómodo y limpia evitando que tu gotita de orina no huela ni te manche. Pero, ¿y si evitamos que la gotita aparezca? En este sentido, muchas hemos hecho ejercicios post parto para reforzar esta musculatura, consiguiendo que las pérdidas de orina no se lleguen a dar. Sabe mal que se ponga por delante los intereses comerciales a la salud de las mujeres. Un 25% de mujeres llevan un protector diario. ¡Un mercado que mueve unos 3.500 millones de euros al año!

Sin embargo, usar este método requiere bajar el ritmo. De hecho, durante los días de la menstruación deberíamos poder recogernos y escucharnos más que nunca, pero no nos lo podemos permitir. El día a día no nos deja tiempo para ello y en el momento que notamos una mínima molestia, tomamos antiinflamatorios, ponemos la compresa o tampón para resolver el problema y tiramos millas. Así de cierto y real. No se trata de demonizar este ritmo que nos autoimponemos y nos imponen, pero quizás sí que nos podemos permitir, una vez al mes, ir un poco más despacio y dedicarle tiempo a nuestro cuerpo.

Para tener más herramientas también nos podemos formar y mejorar nuestra conciencia cíclica. Erika Irusta se define a sí misma como pedagoga e investigadora especializada en el ciclo menstrual. Ha creado una comunidad con el objetivo de romper el tabú que rodea a la regla y aprender a conocer el propio cuerpo. En su web dice, literalmente: ‘Tienes razón. No estás loca. Eres cíclica. Y ser cíclica en esta sociedad duele ‘.

 

 

 

 

 

 

 

 

Más información en Opcions.org: Sangrado libre.

 

DE COMPRESAS A ECOFEMINISMO
Si los hombres tuvieran la regla ésta no sería tan sucia o tabú

Más allá de las implicaciones ambientales del debate, y que abordan aspectos como si la fabricación de tampones y compresas es agresiva para el medio ambiente, el problema que supone tirar este productos en el inodoro en lugar del contenedor gris o incluso si la población mundial de esponjas marinas está amenazada; la sociedad ha avanzado lo suficiente para superar los tópicos que hace medio siglo aseguraban que durante el período menstrual era malo ducharse. El conocimiento es el paso previo para que cada una decida libremente cuál es el método que más le encaja, sin respuestas únicas, y desde la premisa de que cada mujer es un mundo.

La menstruación es un hecho natural ‘, recuerda Elena Carreras, presidenta de la Sociedad Catalana de Obstetricia y Ginecología, adscrita a la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña. Es obvio, pero hay que recordarlo porque todavía se mantiene una cierta ‘visión negativa asociada a la idea de que es un castigo’. ‘Parirás con dolor’ decidió Dios cuando descubrió que Adán y Eva habían probado el fruto prohibido (eso sí, bajo la diabólica manipulación de Eva hacia Adam).

Según la socióloga Julia Mas Maresma, ‘La menstruación es un tabú porque solo afecta a las mujeres ‘. Bajo esta premisa considera que si la regla fuera algo de hombres ofrecerían más opciones y equilibrarían los precios. Otro tema nada despreciable, ya que estos productos tienen un IVA del 10%, a pesar de ser un producto de primera necesidad, mientras que otros como los medicamentos lo tienen del 4%. En este sentido también existen numerosas iniciativas para reclamar un precio más justo.

Y, a partir de ahí, podríamos hablar de muchas cosas más. Durante esta investigación he encontrado reflexiones e iniciativas en torno a temas como:

  • ¿Por qué todas las bragas del mundo deben llevar un pequeño lazo o ‘floripondio’ en la parte de delante? Se trata de una rendición como género, como si regalásemos nuestro sexo a aquel que lo quiera disfrutar. Como si fuéramos un regalo a abrir y cuanto más bonito, mejor. Y cito textualmente algunos comentarios: ‘Como si proclamáramos nuestra intrascendencia, nuestra inmadurez’. Y esto es aplicable a las compresas de tela con hadas, unicornios y corazones. En fin, da para pensar en ello.
  • ¿Qué pasa si manchamos y se nota? ¿Por qué nos da tanta vergüenza? No nos hemos meado ni cagado encima … sólo se ha hecho patente que estamos menstruando, un fenómeno natural, cíclico. No se trata de lucirlo constantemente, pero tampoco de amargarnos cuando estamos ‘arregladas’. Ya tenemos suficiente con el zarandeo hormonal que supone como para tener que estar más limpias y perfumadas que nunca. En este sentido la Zinteta Tort propone reflexiones artísticas al respecto, provocadoras y guerreras, donde las mujeres aparecen tal como son.

Imagen de Zinteta (Cinta Tort).

Hablar de alternativas sostenibles a las compresas y tampones va más allá de analizar y comparar productos según su bondad ambiental y otros criterios, aunque lo hemos hecho. El resultado sigue el siguiente orden, valorando comodidad, precio, sostenibilidad, usabilidad y salud: 1. Sangrado libre / 2. Copa menstrual / 3. Tampón ecológico / 4. Bragas absorbentes y compresas de tela / 5. Tampón común y tampón sin aplicador / 6 . Esponja marina / 7. Compresa ecológica / 8. Compresa común. A pesar de estos resultados, si preguntas a tu alrededor, muchas mujeres usan el último método, la compresa común, compaginado con tampones. No muchas utilizan las opciones similares pero ecológicas, pero lo que sí parece es que cada vez más mujeres se están apuntando a la copa menstrual. El sangrado libre es, de momento, desconocido y genera muchas reticencias. Todo llegará.

Pero, como iba diciendo, investigar sobre opciones más sostenibles en las compresas y tampones comunes se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre cómo las mujeres nos hemos ido ciñendo a lo que una sociedad marcada por los tempos masculinos nos ha impuesto. Hay que encontrar espacios y modos de reivindicar quiénes somos y por qué, y no sólo sentirnos felices y cómodas siéndolo, sino empoderarnos y ser aún más libres.

 

Enlaces interesantes:

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  1. Anaïs Pineda Rüegg

    Jo utilitzo copa menstrual combinada amb «salvaslip» de tela i compreses de tela a la nit. La sang de la copa la recullo en un pot de vidre i les compreses de tela les poso en remull en una palangana. L’aigua de la palangana amb la sang l’aprofito per regar les plantes, i la que he recollit de la copa també, dissolta en aigua; es un fertilitzant natural excelent. I simbòlicament, retornar la nostra sang a la mare terra és un ritual molt potent i sanador; la sang es nutridora, és un tresor. També practico Art menstrual, a dir, faig servir la sang com a tinta per dibuixar; ho recomano profundament per sanar la nostra relació amb menstruació; i com una forma d’escolta interna, de meditació activa.
    Per a introduir-se al tema de la ciclicitat femenina recomano el llibre Luna Roja de la Miranda Gray, així com les seves propostes de cercles de dones i sanció de l’úter. També recomano visitar el blog de mujer cíclica, de la Sophia Style, així com la seva proposta La tienda roja (investigar el moviment del despertar de la energia femenina a escala mundial).
    Afirmo rotundament que descobrir la veritable naturalesa del cicle menstrual et transforma com a dona, t’empodera, i aporta sanció a la forma com et relaciones amb tu mateixa i amb les altres dones. Penso que hi ha una saviesa de la feminitat que ha estat aniquilada per el patriarcat com una forma més de domini. A mi, fer-me amiga de la meva sang menstrual i del meu poder ciclic m’ha transformat profundament.

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