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Menos juguetes, mejor

Durante todo el año las listas de posibles juguetes o regalos se van haciendo cada vez más largas. Es la excusa perfecta cuando un capricho de los niños supera el precio o el volumen deseado. Estas listas para el esperado aniversario, para el tió, Papa Noel, o para los Reyes Magos nos permiten que, una vez llega la fecha tan deseada por los más pequeños de la casa, no resulte tan difícil elegir y podamos comprar realmente aquello que quieren. La pregunta es: ¿Hay que regalar a los niños y niñas todo el que desean? ¿Qué criterio hay que transmitirlos para que su elección responda a ciertos valores como la prevención de residuos y el consumo responsable?

Lo que está claro es que cuando se acerca aquel momento de descubrir los regalos son el tió, o Papa Noel, o los Reyes Magos los que han acertado o no. Hay que disimular, intentar no hablar mucho y tomar nota para el año siguiente. Y más cuando los niños todavía no han cumplido los 6 años. ¿Pero cómo podemos hablar de no consumismo o de prevención de residuos en un momento como un aniversario o la Navidad? Pues de varias maneras. En primer lugar, comprar sólo aquello que realmente desea el pequeño, evitando todo aquello que pensamos que les puede gustar sin saber realmente si lo acertaremos. Nos arriesgamos a tener que acoger un juguete que no volverá a ser utilizado, una lástima. En segundo lugar, y contradiciendo la anterior idea, no hay que comprar todo lo que ellos y ellas desean porque no siempre se puede tener todo y esto ellos y ellas lo tienen que entender, y/o se lo tenemos que hacer entender. No son más felices por tener tres juguetes en vez de dos, siempre que estos dos realmente les gusten. Muchas veces, de hecho, hay niños que no tienen tiempo de asimilar un regalo porque inmediatamente reciben otro que no les permite valorar el primero. Por lo tanto, evitemos dar todos los regalos de golpe y hagámoslo despacio, permitiendo que el factor sorpresa y el juego tengan el tiempo que se merecen. Con edades de 0-6 años, la mayoría de veces somos los adultos los que tenemos que asumir buenos hábitos de consumo porque las criaturas todavía no tienen suficiente criterio como para escoger lo que quieren. Nosotros los tenemos que acompañar siempre desde la comprensión y la empatía. Un ‘no’ rotundo es la mejor estrategia para que aquel juguete se convierta en el mejor del mundo. Hay que justificar un ‘no’ que ayude al niño a valorar realmente qué es aquello que más ilusión le puede hacer.

Por otro lado, evitemos relacionar el hecho de recibir regalos con portarse bien durante todo el año: ‘Si te portas bien, los Reyes te traerán todo lo que has pedido’ o bien ‘Si no te portas bien, sólo tendrás carbón esta Navidad’. No nos podemos apoyar en este tipo de argumentario sino que tenemos que buscar otros que no se basen tanto en el ‘premio y castigo’. No todo es portarse bien o mal. Los niños y niñas no son buenos o malos, simplemente son niños que están aprendiendo constantemente y que necesitan que los guiemos para que se sientan tranquilos y apoyados.

Así que, de momento, hemos mencionado: ir listando aquello que los niños quieren a lo largo del año para regalar en momentos especiales (como el aniversario) o en épocas señaladas (como la Navidad); escoger qué compramos (no lo compraremos todo siempre) y dar los regalos de manera pausada para que los más pequeños tengan tiempo de asimilarlos y apreciarlos. ¿Qué más? Una muy buena estrategia es agrupar regalos por grupos de familiares o de amigos: así, en vez de recibir muchos juguetes o detalles, podrán recibir menos pero con más presencia, en el sentido que si las personas colaboran para hacer los regalos estos podrán ser económicamente más importantes. Esto también supone un ahorro económico nada despreciable. Otra buena idea es hacer amigos invisibles, así cada niño regala a otro que no sabe que es él (el factor sorpresa es emocionante!) mientras que sólo recibe un regalo (y tiene que adivinar quién se lo ha hecho). Uno por uno, más factor sorpresa y sólo un juguete por cabeza, ¿qué más necesitamos?

Otro elemento clave es la elección del juguete o regalo en sí. Hay que evitar juguetes que usen pilas puesto que enseguida se gastan y nos obligan a recargar o comprar otras, y su gestión como residuo no es menor. Además, suelen ser juguetes que generan mucha frustración entre los niños y niñas puesto que enseguida dejan de funcionar y entonces no sirven para nada (y no sé por qué resulta tan complicado cambiar unas pilas, pero es así). En cambio, los juguetes que permiten desarrollar capacidades creativas puesto que no dirigen excesivamente al niño resultan más adecuados, y más si están hechos con materiales como la madera y otros naturales, evitando así que todas sean siempre de plástico. Por otro lado, los juguetes que abren un gran abanico de opciones, basadas en el juego heurístico y materiales desestructurados, permiten poner en práctica la imaginación así como habilidades manuales e intelectuales que los juegos excesivamente dirigidos (que sólo permiten hacer una cosa y de una sola manera o de la manera que indican las instrucciones) no permiten hacer.

Muchas veces un juguete acontece una sorpresa o un nuevo juguete sólo por el hecho de ir apareciendo y desapareciendo. En este sentido, guardar algunos juguetes por temporadas es una buena estrategia para que los pequeños valoren y aprovechen lo que ya tienen antes de comprar cosas de primera mano.

Porque un aniversario o la Navidad no tienen que ser un momento para practicar un consumo acelerado, siendo un mal ejemplo para los pequeños de la casa; sino que tienen que convertirse en una oportunidad para practicar un consumo pausado, reflexionado, consciente y lo más sostenible posible. Las criaturas nos observan y aprenden jugando, y todo lo aplican en su día a día. El consumo infantil empieza por los juguetes, principalmente; cómo lo hacemos en los primeros años de vida condicionará el resto. Mientras tengamos poder de decisión, que de alguna manera siempre es nuestro, las familias tenemos que transmitir valores ligados al: menos es más, más no siempre es mejor. ¿Lo entenderán?

*Artículo publicado en el número de noviembre de la revista Guix. Elements d’Acció Educativa.

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