Incluso el aire de Barcelona parece limpio. La gente anda feliz por la calle, con un color de piel tostadito, de casi junio; sin cables molestos conectados en las manos o en lugares todavía más sensibles… Aunque con buen color de piel, todo el mundo tiene prisa, está estresado, y no tiene tiempo de nada. El reloj corre demasiado rápido cuando vuelves a la normalidad… En cambio, en el hospital, todo es diferente. Los minutos pasan despacio. Te cruzas con caras lánguidas y pálidas y muchas preocupadas. Largos ratos de espera, la inquietud ante los resultados de unas pruebas, haciendo guardia en las puertas de quirófano sólo acompañado por los nervios y la ansiedad por verlo… Dos mundos tan cercanos y tan lejanos… Nos aislamos del dolor y de la enfermedad. Es razonable. Yo misma, en unas semanas, volveré a tener buen color (espero), a correr por la calle para llegar a todas partes, a preocuparme por si tengo la nevera llena, por si el pequeño habrá dormido bien la siesta o por si… Pero hasta que esto pase, antes de que se me pase la anestesia de haber estado una semana en el Hospital Sant Joan de Déu, quería hacer un post «diferente», con un color más pálido pero más pautado (como los medicamentos), más lento (como una recuperación postoperatoria). De hecho, después de tanto hablar, opinar y reflexionar sobre qué es y qué no es el buen diseño… he encontrado en Sant Joan de Déu un ejemplo de buen diseño, diseño social. Habitaciones temáticas: de la Luna y el Sol, del submarino Serafín, del mutante espacial, para viajar y viajar, del reino de nunca acabar, del pirata calavera… Pasillos temáticos con coches, estrellas, soles y lunas, aviones, pollitos… dibujados. Lugares de pistas en el suelo para guiar a los padres perdidos y preocupados, y distraer a los niños. Mmmmm, PIoPIo, Miauuuu… Animales pixelados, salas de juegos, préstamo de juguetes, billares y PSP’s, ordenadores para conectarse al mundo real, y muchos voluntarios dispuestos a echar una mano para hacer la estancia en el hospital mucho más agradable. ¡Gracias voluntarios! Todavía estoy con la boca medio abierta después de ver pasear por el pasillo a soldados de la guerra de las Galaxias (robots blancos, según los más pequeños, todavía no introducidos en el mundo de las sagas). Música, cuentos en el hilo musical justo antes de ir a dormir… Como en casa no se está, eso es imposible. Pero quien diseñó este hospital, quien ha trabajado las últimas novedades en su decoración y quien gestiona a sus voluntarios y actividades (incluso yoga todos los jueves por la mañana para los padres)… ha pensado en cómo hacer menos difícil la estancia de los niños y de sus familiares en el hospital. Un juego, un descubrimiento en cada pasillo, una sonrisa. Un buen diseño pensado para las personas y para los niños. ¡Gracias animales pixelados… gracias robots blancos… gracias voluntarios!
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