Licenciada en Biología por la Universidad de Granada y Máster en Gestión Marina por la Universidad de Dalhousie, Alba García es la responsable de la Campaña de Plásticos en Greenpeace España. Por primera vez la ciudadanía ha comenzado a percibir las dimensiones de la problemática de los plásticos, y como realmente afecta su salud y la del planeta. Pero a pesar del impacto de esta problemática, no siempre tenemos los conceptos claros, ni estamos acertados en las soluciones. Alba nos ayuda a clarificar y afinar el reto y las soluciones.
¿Por qué se habla tanto de esta problemática ahora?
Aunque hace tiempo que sabemos de la contaminación por plásticos (concretamente desde 2013 e incluso antes) no ha sido hasta ahora que la alarma ha llegado a todos los agentes implicados. Lo que pasa es que se trata de un problema muy visual y, por lo tanto, que mucha gente entiende. La sobrepesca y el cambio climático son, por ejemplo, problemáticas menos ‘visuales’. Pero los plásticos, como los vemos por todas partes, empiezan a preocupar a más personas, sobre todo aquellas que disfrutan más del medio ambiente. La gente entiende que eso es un problema porque al final esa basura está dónde no debe estar. Y como tardan tanto en desaparecer y nosotros cada vez los generamos más, pues cada vez se ven más.
¿Fueron las islas de plástico del Pacífico un punto de inflexión en la problemática del plástico?
Las islas de plástico como concepto llamaron la atención. Nosotras explicamos que no es una isla sobre la que puedes caminar sino que es más como una ‘sopa’. Aunque las denominadas islas de plástico ponen el foco en el lejano Pacífico Norte, el problema ha ido llegando al día a día de las personas. Además, cada vez consumimos más plástico y cada vez estarán más presente en nuestro entorno; por lo que la predisposición a entender y solucionar el problema cada vez es mayor.
«El problema principal es la cantidad de residuos a la que nos enfrentamos. Por eso, hay que centrarse en la raíz del problema, su producción, y no en su gestión final, el reciclaje, los vertederos, o las incineradoras.»
Si cada vez tenemos sistemas de reciclaje más eficientes y se supone reciclamos más, ¿por qué cada vez hay más plástico por todas partes?
Por un lado, la ciudadanía muchas veces piensa que se debe a que la gente lo tira donde no corresponde, o que esos residuos no se gestionan correctamente una vez los separamos. Sin embargo, estos residuos pueden llegar al medio ambiente de muchas formas, desde nuestro sistema de alcantarillado e incluso debido a eventos meteorológicos. El problema principal es la cantidad de residuos a la que nos enfrentamos. Por ello, debemos centrarnos en la raíz del problema, su producción, y no en su gestión final, el reciclaje, los vertederos, o las incineradoras.
Nuestra posición con respecto al reciclaje es que no se trata de la solución. En España, según nuestro análisis sólo se recicla el 25% de lo que se consume. Los estudios a nivel mundial dicen que sólo se ha reciclado el 9% de todo el plástico que se ha producido hasta hoy, sólo el 9%. El resto o se ha incinerado, ha acabado en un vertedero o ha acabado en el medio.
No olvidemos que las ‘R’ de reducir y reutilizar son las grandes olvidadas. El reciclaje era la tercera ‘R’. Las empresas que quieren vender sus productos pagan una tasa para contribuir al sistema de reciclaje aunque sus envases no sean 100% reciclables: por ejemplo, el tetrabrik. Tiene el símbolo del reciclaje pero el plástico de ese envase siempre se incinera. Por lo que el sistema de reciclaje ha quedado anticuado. Quizás valdría la pena insistir en mensajes sobre reducción y prevención y no únicamente de reciclaje. Además el sistema de reciclaje se encarga de envases de uso doméstico: ¿y el resto de productos de plástico?
Nosotras pedimos que se siga separando los residuos en sus correspondientes contenedores pero para afrontar esta crisis necesitamos cambiar el foco a reducir y a reutilizar. El problema ahora es que algunas empresas están cambiando el material pero no están cambiando el uso (concretamente, el ‘un solo uso’). La solución son productos y envases reutilizables.
¿Cómo llega tanto plástico al mar? ¿De dónde proviene todo ese plástico?
Concretamente, la presencia de plástico en el mar, que últimamente es dónde se está focalizando el problema, puede provenir de:
- La acumulación de plásticos en el medio que por motivo de una riada o inundación acaban en el mar o acumulados en desembocaduras como es el caso de Guardamar de Segura en Alicante, en la desembocadura del río Segura: en riadas y crecidas del río se lleva residuos que hay en las comunidades vecinas. Las riadas se pueden llevar incluso contenedores enteros; residuos que no llegaran a un sistema de reciclaje controlado. Las imágenes parecen de un país en desarrollo pero, no, se trata de Alicante.
- El alcantarillado que los recibe del medio urbano.
- Los microplásticos de productos de cosmética y las microfibras de nuestra ropa tras los procesos de centrifugado que aunque no se vean también se encuentran en el agua marina.
Lo más grave es que no existen mecanismos que retengan todos estos residuos plásticos de forma efectiva, por lo que necesitamos reducirlos desde su producción.
Desembocadura del Guardamar en Alicante. Foto: Greenpeace
Pero como ya has comentado, el material no es el problema sino su mal uso. ¿Cómo sensibilizar sobre esto?
«Es tracta de reutilitzar al màxim, d’aprofitar tot allò que ja tenim abans de comprar res de nou. A la publicació «El supermercat ideal» es demostra que la reutilització és escalable, còmoda i molt més sostenible»
Nosotras siempre hemos intentado hacer referencia a la cultura del usar y tirar. Por ejemplo, si hay que personas que nos dicen que tienen un tupper de plástico y que lo quieren tirar y sustituir por uno nuevo de vidrio; les decimos que no, que aprovechen lo que tengan hasta que puedan. Se trata de reutilizar al máximo, de aprovechar todo aquello que ya tenemos antes de comprar nada nuevo.
En el modelo económico actual estamos acostumbrados a modelos de venta lineal (por mucho que algunas empresas hablen de modelos circulares) donde la empresa produce, empaqueta, vende y se acabó. Y así con más productos.
Nosotros planteamos en la publicación ‘El supermercado ideal’ (diciembre de 2019) propuestas para supermercados inspirados en casos reales en los que se demuestra que la reutilización es escalable, cómoda y mucho más sostenible. Desde yogures a bandejas de carne o pescado. Ya existen experiencias de envases retornables en supermercados que se vuelven a lavar y a usar con más productos. Todo esto implica cambios y voluntad, ya que ahora mismo no hay obligatoriedad en hacer nada de esto.
Foto: Greenpeace
Más allá del impacto sobre el medio, también se está hablando mucho de cómo nos afecta la presencia de microplásticos en alimentos que consumimos. ¿Qué nos podéis aclarar al respecto?
«La sal marina contiene microplásticos, pero también estamos consumiendo marisco y animales filtradores que ingieren microplásticos y los químicos asociados, que se bioacumulan y suben en la cadena alimentaria.»
Los plásticos que están en el medio marino (que son los más estudiados) se descomponen y pueden tardar hasta 600 años en descomponerse (en función del tipo de plástico). Entonces, por ejemplo, toda la sal que viene del mar es fácil que en su composición contenga microplásticos.
También estamos consumiendo mariscos y animales filtradores que se alimentan filtrando el agua del mar e igual que comen plancton también ingieren microplásticos. Algunos los excretan y otros no, pero lo que seguro que no excretan son los químicos asociados, que se bioacumulan y van subiendo en la cadena alimentaria.
Hay que tener en cuenta que los plásticos, una vez se producen, se les añaden una serie de productos químicos para que tengan unas características concretas (ignífugos, por ejemplo) que pueden llegar a ser peligrosos actuando como disruptores endocrinos. Un caso es el Bisfenol A, que incluso se añadía en biberones para bebés y que ahora ya está prohibido.
En el caso de nuestra alimentación está claro que estamos afectados:
- desde la sal del mar (un estudio de la Universidad de Alicante, Microplastics in Spanish Table Salt, publicado en la revista Nature en 2017) analizó diversas muestras y todas eran positivas en microplásticos)
- hasta el agua embotellada (estudio con diferentes marcas llevado a cabo por la Universidad del Estado de Nueva York en Freedonia para el proyecto periodístico Orb Media mostró analizó 259 botellas de 11 marcas distintas en 9 países diferentes y detectó un promedio de 325 partículas de plástico por cada litro de agua embotellada analizada).
Foto: Greenpeace
Cuando hablamos de evitar el plástico, ¿cuáles son las alternativas que se plantean? Recae una gran presión sobre el consumidor final, pero no es suya toda la responsabilidad. ¿Qué opináis?
«Se trata de aplicar el sentido común y un pepino plastificado no lo es.»
Aunque nosotros tengamos toda la voluntad del mundo necesitamos alternativas, necesitamos que nos allanen un poco el camino. Por otro lado, muchas veces se trata de acciones tan sencillas como hacerse una lista de la compra para comprar sólo aquello que necesitas. Y poco a poco ir avanzando hacia una compra que genere menos residuos plásticos.
Nosotras trabajando con supermercados, que consideramos es una manera de acceder a una compra a granel accesible a todo el mundo, nos hemos encontrado con barreras relacionadas con normativas de empaquetado de alimentación. Pero mientras que hay alimentos que se puede justificar que por higiene se tienen que envasar (como la carne o el pescado); cómo se puede justificar que por higiene tengas que vender dos puerros en una bandeja y con film por encima. Hemos empezado a trabajar por aquí.
Pero entonces, ¿qué es mejor un pepino envasado en plástico Km0 o uno no envasado que viene de Nueva Zelanda? Llega un momento en el cuál el usuario final se empieza a plantear preguntas similares (quizás no tan radicales) y no sabe cuál es la respuesta y se desorienta.
No es tan radical. En Almería, en un supermercado puedes encontrar cebollas de Nueva Zelanda en época de recolección de cebollas en el propio territorio. Yo no me perdería en este tipo de preguntas. Se trata de aplicar el sentido común y un pepino plastificado no lo es. Por otra parte, debemos intentar consumir lo más local posible siempre que podamos. Si fuese mi caso, intentaría encontrar ese pepino km0 y sin plástico en alguna tienda local o cooperativa ecológica.
Foto: Greenpeace
Otras materiales que están surgiendo son los bioplásticos como alternativa, una nueva ‘especie’ que parece nos ha de permitir seguir produciendo productos de plástico, aunque sean de un solo uso, usando estas alternativas más ‘biológicas’.
«Lo que resulta importante es alejarse de la cultura del usar y tirar y no confundir los consumidores con alternativas que no se explican correctamente y que envían mensajes confusos e incluso falsos.»
Para nosotras se trata de falsas soluciones. Lo que es importante es alejarse de la cultura del usar y tirar y no confundir a los consumidores con alternativas que no se explican correctamente, y que envían mensajes incluso confusos (no existe el término biocompostable, por ejemplo).
Para responder a esta pregunta me gustaría aclarar algunos conceptos. Un plástico tradicional proviene de procesar el petróleo o bien otros combustibles fósiles. Un bioplástico procede de plantas como del maíz o la patata. La gente podría pensar que al proceder del maíz (como es el caso del PLA), que si se cae al suelo se descompone, pues lo mismo con el bioplástico. Pero se trata de un procesado que no reacciona igual.
Sigo clarificando conceptos. Biodegradable es un material que sin acción del hombre se degradará pero sin una fecha concreta, es decir, no incluye temporalidad. Todo lo biodegradable puede ser compostable pero no todo lo compostable es biodegradable. Porque un material compostable, en cambio, necesita una serie de mecanismos (más o menos industriales) para degradarse. El compostaje industrial se consigue en una planta especializada bajo unas condiciones de 70ºC, entre otras. Si un material compostable llega al mar o se queda en el medio no se convertirá en compost porque allí no tiene las condiciones idóneas. Incluso, aquellos productos que tienen el sello OK Compost en ningún caso han de cumplir el requisito de no contener plástico pero sí de convertirse en compost en un tiempo determinado (6 meses) bajo unas condiciones de temperatura y con una composición de metales pesado por debajo de unos niveles. Esto quiere decir que muchos de los envases que se etiquetan como Ok Compost y que no especifican que son 100% vegetales, contienen plásticos.
Foto: Greenpeace
En resumen, ¿podríamos decir algún titular? Lo digo porque ahora mismo, con tanta información y tantos ‘peros’ resulta difícil clarificar qué debe hacer el consumidor final para reducir los residuos plásticos de los productos que consume.
En resumen, las bolsas de bioplásticos no luchan contra la cultura del usar y el tirar y además no aseguran que no haya microplásticos que igualmente lleguen al medio y lo contaminen. La mejor alternativa es la reutilización.
*Entrevista publicada en Sostenible.cat en catalán.
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