Hacer un ‘parón’ como el actual, que nos afecta a todos y cada uno de nosotros y que por ello es posible, en parte, porque todo el mundo lo hace al mismo tiempo; es una situación extraordinaria que no se había dado hasta ahora, ni siquiera en la última crisis económica. Se trata de una crisis sanitaria pero aún más de una crisis económica que está poniendo sobre la mesa la vulnerabilidad del sistema actual, demasiado centrado en el consumo.
Desde el famoso lema del Capità Enciam, ‘Los pequeños cambios son poderosos’ hasta la conocida frase ‘Actúa local, piensa global’; los divulgadores ambientales hace décadas que intentamos explicar el poder de las acciones cotidianas: comer; beber; vestirse; ir a la escuela, a la universidad, a trabajar, al cine, al teatro, al gimnasio, al fisioterapeuta, a cenar, a comer, a desayunar; etc. Cuando el ritmo diario de cada uno de nosotros baja, cuando nos dedicamos a borrar reuniones, encuentros sociales, cenas románticas, celebraciones, etc. de nuestro calendario y lo hacemos todos a la vez (aquí está la novedad del momento actual) se demuestra una gran evidencia de que hasta ahora no habíamos podido comprobar: la ralentización del modelo de consumo actual implica una reducción de los gases de efecto invernadero así como de otros contaminantes (NOx, SOx, PM10, PM2,5, etc.), así como otros beneficios ambientales que están directa e indirectamente relacionados.
Se trata de una crisis sanitaria pero aún más de una crisis económica que está poniendo sobre la mesa la vulnerabilidad del sistema actual, demasiado centrado en el consumo.
Cuando se habla de consumo energético o de cualquier recurso se puede comprobar la relación directa que existe entre la situación económica y el consumo: vamos bien, consumimos; vamos mal, consumimos menos. Cuando el objetivo deseado es el desacoplamiento de estos factores para pasar de ‘más dinero, más consumo’ a ‘más dinero, menos consumo, más eficiencia, más resiliencia’. Este sería el ideal buscado por los gestores de muchas ciudades, pero cuesta tanto… Cuesta mucho bajar el ritmo cuando las cosas van bien y, aún más, hacerlo de manera coordinada. Y sólo en situaciones extremas podemos posponer, cambiar prioridades y dejar de ‘hacer-consumir-tirar’. Y el momento actual es un ejemplo radical que nos está obligando a hacerlo y que no nos da alternativas. Se trata de una pérdida de control total del sistema que requiere una actuación contundente y unitaria, obligada y basada en la corresponsabilidad de cada uno de nosotros. Un ejercicio al que no estamos acostumbrados.
Cuesta mucho bajar el ritmo cuando las cosas van bien y, aún más, hacerlo de manera coordinada.
Me pregunto si alguna vez seremos capaces de hacer un cambio de ritmo de manera preventiva. Ya os lo puedo responder: ‘¡No!’. Nos deben obligar, debe ser un tema de ‘vida o muerte’, no estamos preparados para frenar, pensar y cambiar nuestras prioridades. En unos meses todo habrá vuelto a la normalidad menos nuestra economía que habrá sufrido una recesión y tal vez esto hace que todo se mantenga un poco en niveles de consumo razonables… pero será cuestión de tiempo. Y a partir de ahora todo serán retos similares como el temporal Gloria que también nos mostró nuestra vulnerabilidad pero que como no afectó a todo el mundo sólo han sufrido los más afectados. ¡Por eso el momento actual es tan bestia!
En fin, después de esta crisis tan fuerte se empezarán a dar balances económicos, seguramente, pero espero que también se hable de los balances ambientales: reducción de gases de efecto invernadero, de gases contaminantes, de consumo de recursos, de generación de residuos, etc. Balances ambientales con impacto social: menos muertes por contaminación y también por accidentes de coche, por qué no. Ya hay artículos que lo han calculado en el caso de China como es el caso deindependiente: Coronavirus: Space imágenes reveal Drastic fall in pollution over China as factorías closed. Quizás el balance termina siendo positivo pero una crisis sanitaria como la actual nunca puede ser una buena noticia a nivel ambiental pero sí un ensayo para darnos cuenta de la fuerza que tenemos como consumidores.
Una crisis sanitaria pero aún más de una crisis económica que está poniendo sobre la mesa la vulnerabilidad del sistema actual, demasiado centrado en el consumo.
A continuación vamos a vivir muchos ‘Días sin coches’, muchas calles vacías, muchas ‘Superilles’ improvisadas que lamentablemente no podremos disfrutar en comunidad (para evitar contagios) pero que nos permitirán darnos cuenta de la peligrosidad de la relación directa existente entre cómo consumimos y cómo impactamos a nivel ambiental.
Y quiero terminar con un canto a la esperanza. Ya que toca ‘quedarnos en casa’ por responsabilidad y sentido común, aprovechamos para hacer un ensayo de slow way of life (soy la primera que ya tengo un tic en el ojo intentando trabajar con los niños enganchados todo el día), para cuidarnos y para valorar todo aquello que pasa mientras vivimos aceleradamente. Hoy ha sido el primer día (de niños en casa) y reconozco que no estoy aprovechando ninguna de esas oportunidades pero démonos margen para intentarlo, es normal que cueste. En China ya han subido el número de divorcios; será que no estamos acostumbrados a convivir tanto tiempo, todos juntos. Bueno, en dos semanas vuelvo y os digo. ¡Ánimo!
Ya que toca ‘quedarnos en casa’ por responsabilidad y sentido común, aprovechamos para hacer un ensayo de slow way of life, para cuidarnos y para valorar todo aquello que pasa mientras vivimos aceleradamente.
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