Queremos alimentos sin plástico
En la búsqueda del residuo cero en casa, eliminar el uso del film de plástico es otro de nuestros objetivos. Pero no resulta fácil ya que se trata de un producto versátil y adaptable. Os propongo saber más sobre qué es y para qué sirve, así como buscar alternativas. ¡Porque queremos alimentos sin plástico!
¿Qué es el film?
La definición más cotidiana sería: aquel plástico que usamos en la cocina para envolver alimentos y guardarlos en la nevera. Esta puede ser la primera idea que nos venga a la cabeza. Pero en el sector del embalaje plástico, junto con las botellas y las bolsas, el film es uno de los productos con mayor peso específico.
Pero, ¿qué es? De acuerdo, plástico. Pero, ¿qué más? Se fabrica a partir de poliestireno (PE) y polipropileno (PP), principalmente. Y sus aplicaciones van mucho más allá de lo que podemos imaginar, de entrada. O al menos lo que yo he imaginado:
- Film estirable. Se utiliza para el recubrimiento de los productos previamente envasados o semienvasados como es el caso de las bandejas de EPS para productos frescos como las frutas, las verduras, la carne, el pescado, etc.
- Film paletizable. Se utiliza para enfardar cargas que se encuentran en palets, para asegurarlas y protegerlas.
- Film retráctil. Se utiliza también para enfardar y agrupar envases y otros productos como la prensa o revistas, así como para el embalaje.
- Film alveolar. El clásico plástico de burbujas para proteger los paquetes (y que son un vicio una vez en casa).
Parece que estemos hablando de un elemento orgánico: estirable, retráctil, alveolar … pero no, se trata de uno de los plásticos de uso más popular y cotidiano. Últimamente, su demanda ha aumentado debido a la necesidad de asegurar el transporte de productos (esto afecta al film retráctil y alveolar). Por otro lado, y de manera más masiva, lo que ha incrementado es la popularidad de los productos envasados ya que se considera que ganan en higiene y en imagen (mejor presentados). En este último caso el film estirable sería la estrella.
Últimamente, además, los fabricantes, viendo que los consumidores valoran los productos envasados con film, se han esforzado en encontrar muchos tipos de tintas que permiten añadir información e imágenes atractivas. Se trata de impresión flexográfica.
Menos film y más comida
El film retráctil (hablamos con propiedad) entra en casa, no sólo en el conocido rollo que compramos en el súper, sino también en torno a numerosos productos, cada vez más: carne, pescado, embutido, queso, e incluso fruta y verdura: desde una lechuga, ¡hasta gajos de mandarina! La iniciativa @desnudalafruta lo denuncia y es que no es para menos. ¡Qué desastre ecológico! ¿Y a esto le llaman higiénico y estético? ¿Qué hay más bonito que una mandarina para pelar, que ya lleva incorporado un envase más que natural y funcional: su propia piel? ¿Y un plátano? ¿Necesita un envase un plátano? ¿Nos estamos volviendo locas o qué? ¿De verdad que hay gente que encuentra más atractivo un plátano envasado que un plátano y punto? Es para preocuparse, y mucho.
El briefing del film
Pero una vez en casa, también utilizamos film para envolver alimentos antes de guardarlos o para recubrirlos durante su uso. Y aquí es donde me cuesta encontrar sustitutos. Y no es fácil porque el film no está mal pensado. Hacemos el ejercicio de hacer un briefing donde el resultado fuera el film actual, tal como lo conocemos y lo empleamos. Diseñamos un producto que:
- Se pueda adaptar a cualquier tamaño y que se adhiera a los alimentos o recipientes a cubrir.
- Permita ver qué hay al otro lado, para identificar qué hay dentro de los envases o recipientes.
- Impida que los alimentos recubiertos se sequen y, por tanto, permite que se mantengan mejor.
- Que sea económico.
- Que no ocupe demasiado espacio.
- Que sea monomaterial.
- Que no se pueda reciclar (ya que el film aunque es un plástico, no se puede tirar en el contenedor amarillo).
- Que no se pueda utilizar más de una vez (es decir, que sea de usar y tirar).
Et voilà! El resultado es el film. Todo es bastante positivo menos el último aspecto: producto de usar y tirar, y un plástico que está en contacto directo con la comida (no sé hasta qué punto esto es saludable, debería mirar bien). Es decir, el film resulta un buen diseño pero no ha resuelto el hecho de ser un producto de un solo uso. Por lo tanto, vamos a añadir a este briefing, algún criterio más para encontrar nuestro producto ideal:
- Que no sea de plástico, ya que es un material que proviene de los combustibles fósiles y la gestión final del cual contamina.
- Que sea reutilizable.
- Que sea, una vez finalizada su vida útil, fácilmente reciclable.
Y el resultado de este briefing global es: ¡nada! ¡No existe! O al menos yo no lo he encontrado.
Alternativas al film de plástico
Comparto las opciones que he encontrado y probado hasta ahora, y estoy abierta a recibir nuevas propuestas. Comienzo por las que ya tenemos en casa:
- Utilizar un plato para tapar un recipiente o encima de otro plato. Fácil, barato y práctico en muchos casos. ¡Para qué complicarse más!
- Tuppers de plástico y de vidrio. Ya tienen su propia tapa y permiten guardar alimentos en la nevera y el congelador.
Y más allá del sentido común y de utilizar lo que ya tenemos, hay otras alternativas:
- Tapes Lékué. Tapas extensibles de varios tamaños.
- Ventajas:
- Tienen un margen de hasta 3 centímetros.
- Son de silicona.
- Permiten recubrir alimentos o tapar recipientes y mantenerlos en perfecto estado.
- Libres de BPA.
- Garantía de 10 años.
- Se pueden meter en el microondas, el horno, la nevera, el lavavajillas.
- Son reutilizables.
- Desventajas:
- Continúan teniendo un tamaño poco adaptable a cualquier uso, aunque sean extensibles.
- El precio de un tamaño de 11,5 cm es de 7,45 euros. Resulta caro considerando que no siempre lo podremos utilizar.
- Ventajas:
En el caso de la comida, uno de los primeros pasos para evitar el film es comprar a granel y evitar la comida pre-cocinada. Así nos ahorramos el plástico, el porexpan (poliestireno expandido) y el cartón, etc. Porque lo que queremos es comprar alimentos, solo alimentos, ¿no?
- Envoltorio de abeja. Desde el Bee’s Wrap, tejido elaborado con muselina de algodón orgánico recubierto por una mezcla de cera de abeja, resina y aceite de jojoba concebido y elaborado por una familia de Vermont (Estados Unidos); hasta el producto de Organic Beeswax Foodwraps de Grapped in Nature (con sede en Madrid y granja en Dinamarca).
- Ventajas:
- Puede envolver prácticamente cualquier producto, adaptándose a su superficie.
- Con el calor de las manos al presionar el envoltorio, este se ajusta, manteniendo la forma en enfriarse.
- Propiedades antibacterianas de la cera de abeja y el aceite de jojoba. permiten mantener los alimentos frescos durante más tiempo (más que con el plástico o una tela).
- Es reutilizable. Basta lavarlo con agua fría y jabón (esto último depende de la marca), después de cada uso.
- Puede conservar frutas, quesos, verduras, productos de panadería y repostería. También bocadillos.
- Se ofrece en 4 formatos de varios tamaños.
- Tiene un tacto y aspecto agradable. Y huele muy bien, a miel.
- Desventajas:
- No puede utilizarse para la carne y el pescado.
- Se ofrece en 4 formatos de varios tamaños con un precio que varía de los 9 a los 13 euros. Esto hace que resulte difícil su uso. Sería mejor un rollo, ¡como el del film! Aunque como se puede usar más de una vez, no es necesario.
- No permite ver lo que hay dentro.
- Ventajas:
El Bee’s Wrap, para mí, es la mejor opción. Un pack de 3 trozos vale 18 dólares (+ ¡15 dólares de envío!). Pero igualmente lo he comprado. Mi propuesta es la suma de propuestas:
- Primero, sentido común. Usar platos o recipientes de vidrio o tuppers que ya tengamos.
- Después, un pack de envoltorio de abeja para alimentos diversos que permita guardarlos en la nevera o evitar que se resequen. Yo encuentro que 3 son pocos, pero combinados con otras opciones, ya veremos.
- Envoltorio de tela (me refiero al Boc’n roll) para bocadillos y frutos secos, etc. En casa cada uno tenemos uno. No encuentro que sea una opción para conservar alimentos en casa, mejor para transportarla, pero también se convierte en una clara alternativa al film, y aún mejor, al papel de aluminio.
Bueno, sigo buscando otras opciones. Pero, si tienes alguna que no conozca o no haya explicado, avísame. ¡Gracias!
Admirando tu blog y tantas de tus entradas. Pero, ¿no crees que el film retráctil, si bien tiene sus inconvenientes (proviene de los combustibles fósiles y no es reutilizable) se ha optimizado su fabricación de manera que su peso es mínimo y por tanto, en aras de un consumo responsable, habría que poner el foco en otros productos?
Comento esto y he llegado al blog porque busco desde hace días información que me indique, en mi actividad diaria, cómo reducir residuos más eficientemente. Por ejemplo, quizás es más eficiente comer menos carne, que eliminar el film retráctil (o al revés, lo desconozco). O es mejor comprar menos ropa que dejar de comprar el periódico. No lo veo para nada evidente.
Quique, gracias por tu correo. Es muy acertado tu comentario. No se trata de criminalizar el plástico en todas sus formas y colores, pero personalment el uso del film en los alimentos es algo que nunca me ha gustado porque, por un lado, me parece incómodo su uso (siempre se me engancha y rompe) y por el otro no deja de ser plástico enganchado a los alimentos. Es un producto de usar y tirar y por pequeño que pueda ser su impacto, el mero hecho de ser de usar y tirar ya hace que sea cuestionable. No se trata de hacer balances de hacer únicamente aquello que impacta más, sino asumir poco a poco cambios de hábitos que promuevan la prevención de residuos (generación en origen), sean cuales sean. Y sí, ser consecuente, y si no tienes film en la cocina tampoco deberías comer carne cada día! Un abrazo