Captura de ‘uno de los momentos de la charla.
Comparto una conferencia y un debate que realicé el pasado 5 y 6 de noviembre de 2020 en el marco de las VI Jornadas de Marketing Cultural, organizadas por el SDE y el Área de Públicos del ICEC, que en este año excepcional lleva por título «El nuevo paradigma cultural. Públicos en transformación».
En un contexto de pandemia global, de confinamiento, de crisis económica, del sector cultural en la cuerda floja, se nos plantea el reto de cuestionarnos qué hemos hecho hasta ahora, dónde estamos y hacia dónde vamos. El impacto de la COVID-19 ha comportado un cambio radical en la forma de crear cultura, producirla, difundirla y consumirla. Se abren muchos interrogantes sobre cuál debe ser la relación, la comunicación y la interacción entre los profesionales de la cultura y los públicos habituales y los nuevos públicos a los que quieren llegar.
Las jornadas se enmarcan en tres ejes clave marcados por la situación en la que estamos inmersos: la COVID-19, la digitalización/tecnología y la sostenibilidad . Por eso se cuenta con expertos que ya han participado en otras ediciones y que reorientan sus discursos teniendo en cuenta la actualidad:
- Las nuevas liturgias y comportamientos de los públicos culturales después de la pandemia, a cargo de Katy Raines, socia de Indigo Ltd (Birmingham).
- Javier Ibacache, jefe de la Unidad de Programación y Públicos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, que habló sobre la fragmentación de los públicos y la hibridación digital y presencial.
- Genís Roca, fundador y presidente de RocaSalvatella, abordaremos la transformación a gran escala y en todos los niveles de los que supone el presente y las consecuencias en el futuro.
- Y yo soy una cuarta voz y me presentan cómo, Ana Villagordo, asesora y creadora de proyectos de comunicación y estrategia ambiental creativa, para reforzar el elemento sostenible en la producción y el consumo cultural.
Con todos ellos hemos analizado el contexto y hemos intentado dar respuesta a las preguntas surgidas.
El papel de la cultura en la transición hacia un sistema equitativo y sostenible
Vivimos momentos difíciles, una ola de cambios. Una cotidianidad distópica que no finaliza al terminar el capítulo o la película, o la partida al videojuego. Nos hemos dado cuenta de que somos vulnerables, que la tecnología y la ciencia nos ayudan, pero que no lo son todo ni pueden todo. En este contexto, ¿cuál es el papel de la cultura? No me refiero a si la cultura es segura ahora, que lo es. ¿Pero cómo debe ser la cultura para ser segura siempre? ¿Para ofrecer opciones que nos permitan sentirnos vivas sin sufrir sobre el impacto ambiental de cada obra que vemos o festival al que vamos? ¿Puede ser sostenible la cultura? ¿Puede ser justa? ¿Equitativa?
La respuesta es sí. Desde la libertad de la forma y del fondo, el mundo de la cultura (administraciones, empresas y entidades que se encuentran vinculadas, así como su público) tiene mucho que hacer. En la sesión que tuvo lugar el pasado 5 de noviembre, quizás lejana en la distancia pero espero inspiradora dentro de cada una de las asistentes; situé por encima dónde estamos y de dónde venimos a nivel de sostenibilidad, planteé los principales aspectos desde los que la cultura puede trabajar su impacto positivo en la sociedad y también planteé cómo aprovechar un posible cambio cultural para cambiar mentalidades.< /div>
Para terminar hice un intento de aterrizar conceptos y reflexiones en algunos ejemplos interesantes para que el sector cultural pudiera reflejarse en otros que lo han intentado, incluso del mismo sector, aunque no siempre lo hayan conseguido . Pero en cada intento damos un paso hacia una nueva forma de hacer las cosas. Desde el mundo del diseño y los sistemas productivos se habla de la necesidad de cambiar nuestra forma de producir y consumir, pero muy enfocado en los productos. En este caso navegaremos por nuevas formas de producir y consumir cultura.
Siempre decimos que la mejor energía es aquella que no se consume, o el mejor residuo es aquel que no se genera… pero la mejor cultura es aquella que sí se puede consumir… la pregunta es cómo hacerlo para que no implique un impacto ambiental significativo, del que muchos de sus agentes no son conscientes o no se lo habían planteado.
A partir de ahí tocará investigar, hacerse las preguntas adecuadas (quizás hay que cambiarlas) y ponerse a trabajar. Desde la acción. Desde la evidencia. ¡Desde la cultura!
Captura de un momento del debate.
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