Todavía laten en mi interior dos corazones. Es la segunda vez que me pasa y no deja de ser mágico y emocionante. En breve, pero, este latido que me mantiene conectada más que nunca a mi cuerpo y pensamientos ya no estará en mi interior, estará fuera bombeando la sangre de mi hija (todavía sin nombre… sí, en la semana 38!). Mi primer parto, a pesar de ser uno de los momentos más emocionantes de mi vida, no acabó como yo hubiera querido. En el segundo embarazo, el primer día que me visité me preguntaron: ‘¿Cómo quieres parir?’ Y yo respondí: ‘Pues pariendo… ¿cómo se tiene que parir, no? Vaginalmente y mejor si es de la manera más natural posible’. Me sorprendió tanto la pregunta… Y es que hoy en día tenemos tantas opciones alternativas para desarrollar funciones tan fisiológicas como parir, comer, dormir… que dejamos de ser intuitivos y olvidamos por qué somos cómo somos! Por qué las mujeres tenemos pechos, por qué nuestra pelvis es cómo es, porque la mitad de nuestras vértebras se pueden deformar, por qué… En una clase de preparación al parto natural la comadrona nos preguntó: ‘¿Os habéis apuntado ya en las clases de Digestión?’. Todas las madres y padres motivados que asistíamos a las clases nos miramos y pensamos: ‘Ostras, entre las clases de esferodinamia y sofrología, estas se me han escapado’. Pero no, la comadrona nos hizo ver que no damos clases para hacer la digestión, y en cambio la hacemos unas 5 veces al día. No todo el mundo la hace igual, ni a todo el mundo le funciona bien, pero la hacemos sin pensar, sin dar clases, no nos informamos. Y en cambio, con el parto, los ultra-motivados hacemos casi un doctorado. ¿Por qué? Tener tantas opciones nos ha llevado a desconfiar de nuestra capacidad de parir de manera natural. Podemos dejar de sufrir el dolor de las contracciones de parto (también hay contracciones no dolorosas, eh?… mira, mientras escribo esto he tenido un par! ;-)) enseguida que llegamos al hospital, podemos programar el parto, incluso podemos programar una cesárea y no saber qué es una contracción… Hay todo un ‘menú’ de maneras de parir. Con razón la ginecóloga me lo preguntó… Nuestras abuelas no tenían tantas opciones y de hecho eran capaces de superar más el dolor del parto porque no había otra… ¿Por qué explico todo esto? Pues porque me gustaría poner sobre la mesa que el ser humano es un diseño casi perfecto y en cambio no lo aprovechamos. No nos soltamos. No nos escuchamos. Buscamos opciones rápidas, fáciles, antidolores, artificiales… Renunciamos a aquello que nos hace ser lo que somos. En breve llegará el momento de mi segundo parto. No sé como acabará y no es lo que más me preocupa. Quiero poder disfrutarlo de la manera más consciente posible y dejar a mi cuerpo hacer lo que sabe hacer… el resto será magia, emoción y una nueva vida!
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