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Alimentación, Salud y Medio ambiente.

Comer bien nos preocupa cada vez más. Pero, ¿tenemos suficiente tiempo? ¿Y dinero? La calidad de los alimentos ha pasado a ser determinante en muchas listas de la compra, que se complican de manera logarítmica. Algunos hemos pasado (o estamos en proceso) de comprarlo todo en el  supermercado  o gran superficie: … a comprar la verdura y la fruta en una cooperativa agrícola (que te obliga a hacer un pedido semanal y a recogerlo en un local o a recibirlo en casa en unos horarios concretos). … a ir al mercado (abierto no todas las tardes y los sábados por la mañana) para recorrer puestos de pescado, de carne, de frutos secos, de olivas, de huevos, etc. … a comprar a granel muchos productos en pocas tiendas de la ciudad. Le tienes que dedicar una tarde, pero evitarás muchos de los envases que te incordian a la hora de separar los residuos (más allá de la incertidumbre a la hora de escoger el contenedor correspondiente… ¿es o no es un envase? Por qué #envasonvas). Reconozco que este punto es una asignatura pendiente, que hoy por hoy no he conseguido agendar. Por otro lado, gente que ya se ha puesto, dice que las tiendas que lo ofrecen lo hacen a precios poco asequibles. ¿Más incómodo y más caro? ¡No lo hará nadie! … a comprar comida de comercio justo como café, cacao, azúcar, etc. No en todas las tiendas y supermercados, a pesar de que cada vez son más accesibles. … a complementar (si quieres) tu compra en la cooperativa agrícola con productos que no son de temporada. Si es invierno pero te apetece calabacín en la pizza (casera), ¿renunciarás? Estás cansado de las alcachofas… ¡puede pasar! … a comprar leche envasada en vidrio en la despensa del barrio (muy difícil de encontrar!) y devolver los envases cada vez que vayas. La compra no puede ser tan improvisada, tienes que prever traer de vez en cuando los envases y devolverlos escalonadamente.

… a  cultivar en la azotea o balcón. Hace años que lo intento, y como mucho he triunfado con  tomateras (de ‘cherries’) y las aromáticas. Las lechugas siempre se espigan y las fresas mueren. Y el olivo de nuestra terraza ha premiado nuestra fidelidad con dos cosechas… pero las olivas son tan amargas que sólo mi madre ha sido capaz de comérselas. En mi caso, no puedo contar con autoabastecimiento en cuanto al huerto urbano, a pesar de que saco otros beneficios: tocar y oler la tierra no tiene precio. Y menos cuando vives en una ciudad.

  Por una alimentación sana, sostenible y justa… y asequible y accesible La lista podría continuar y mucho. Pasar de comprarlo todo en un mismo lugar (asumiendo que tenemos poco tiempo y que no queremos dedicar el que tenemos libre a comprar alimentos) a tener que hacer varias expediciones para llenar la nevera, no es fácil de asumir y conseguir encajar en el Google Calendar. Pero es la opción más sana, sostenible y justa! Aun así reconozco que la comodidad y el precio asequible tienen que ser ingredientes indispensables para que la dieta pueda cumplir con estos tres adjetivos. No es ningún crimen reconocer que no nos gusta ir de cabeza todo el día. Por ejemplo, la semana pasada descubrí un puesto de verdura y fruta ecológica abierta todos los jueves de 9 a 21 y pensé: «mejor que la cooperativa!». Pierdo la posibilidad de formar parte de una cooperativa, de una comunidad… pero, ¡y si no quiero! ¿Y si sólo quiero poder comprar comida ecológica cuando quiera? Así, reivindico una dieta sana, sostenible y justa… y asequible y accesible!   Otros Post relacionados de Quincalla:

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